Plaza de la revolución

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domingo, 3 de julio de 2016

Donantes por la vida

Por Rosalina Tamayo Arañó

Palma Soriano, Santiago de Cuba, 3 jul.— Tuve la oportunidad de compartir con un grupo de personas de los más diversos sectores laborales y de los más diversos orígenes sociales, pero con una actitud común: ser donantes por la vida.

Manuel Enrique López Donet, tiene 19 años y como él mismo dice “tan solo tengo 6 donaciones, pero realmente pienso que sean las primeras porque pretendo mantenerme, además lo considero un deber porque soy estudiante de segundo año de medicina y quiero continuar el ejemplo de mi padre que por muchos años extiende su brazo en este noble gesto”.

Olga Marilín de Valdés Canoe y Luis Alberto Márquez Miranda viven en Charco Mono un poblado rural palmero, son pareja hace 30 años y los dos son donantes de sangre por mucho tiempo. Ella nos cuenta “que la primera vez que doné lo hice porque una sobrina que estaba en estado grave en terapia intensiva necesitaba sangre y a partir de ese
momento lo hago cada 4 meses todos los años”. Luis Alberto nos cuenta “que tiene 60 donaciones, comenzó a los 16 años  y ambos han sido la principal motivación de su hijo Vladimir para que siga sus pasos salvando vidas”.

Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y el sector de la salud son los principales promotores de las donaciones de sangre, muchos de sus dirigentes de base van a la vanguardia en esta tarea como es el caso de Orlando Fuentes Cabrera, ideológico de su CDR que ya tiene 131 donaciones de sangres y nos dice “que mientras la salud se lo permita se mantendrá en activo”.

En el grupo también se encontraba Olga Esther Riquenes Duanis, una joven de 24 años, que orgullosa tomó de la mano a su padre Nicolás Riquenes Cedeño y me dijo: Yo dono sangre por él, ya tengo 5 donaciones y pretendo seguir  porque realmente cuando sabes la importancia que tiene lo que haces para salvar vidas, confeccionar medicamentos  y piensas en la alegría de la gente que se salva, no puedo dejar de hacerlo".

Nicolás Riquenes  escucha con atención a su hija Olga, asienta con la cabeza y agrega “es que mi familia somos varios los que donamos, parece una buena herencia”.

Compartir con estas personas que parecen tan comunes, me confirmó una vez más que no debemos llevarnos por las apariencias porque realmente quienes donan sangre voluntariamente, se distinguen por su humanismo: son donantes por la vida.

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