Plaza de la revolución

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sábado, 5 de diciembre de 2015

Alegría de Pío: Bautismo de fuego del Ejército Rebelde


Alegría de Pío: Bautismo de fuego del Ejército RebeldePor Armando Fernández Martí

Santiago de Cuba, 5 dic.— Cuando el 2 de diciembre de 1956, después del azaroso desembarco y de cuatro horas de infernal caminata entre el fango de la ciénaga y los enmarañados manglares, los 82 expedicionarios del Yate Granma pisaron tierra firme y confirmaron que habían llegado a territorio cubano, volvió a reflejarse la alegría en el rostro de aquellos hombres.

Sin embargo, todavía a orilla de los tupidos manglares, comenzó el ametrallamiento de los aviones de la dictadura batistiana, que tiraban a rumbo sin saber siquiera si los expedicionarios se encontraban en la zona, por lo que tuvieron que permanecer allí otro largo rato.

Apenas pudieron los 82 hombres reiniciaron la marcha, también sin rumbo, y con la esperanza de divisar en cualquier momento las siluetas de las montañas de la Sierra Maestra que era el objetivo que se proponían alcanzar para iniciar la nueva gesta de liberación nacional, pero las ansiadas lomas no aparecían.

Los siguientes días fueron iguales, marchaban fundamentalmente de noche para no ser detectados por la aviación, comían lo que iba apareciendo en el camino ofrecido por algunos campesinos, el agua para beber era poca y muchos tenían los pies destrozados por las botas nuevas que llevaban y otros las perdieron durante la travesía por la ciénaga por lo que andaban descalzos.

Así llegaron al amanecer del 5 de diciembre de 1956 al lugar conocido por Alegría de Pío, donde había un pequeño cayo de monte rodeado de inmensos cañaverales. Allí hicieron alto para el descanso y tan pronto despuntó el día el trajín era normal, siempre con la vigilancia adecuada de los propios expedicionarios, aunque bastantes confiados.

Fue así como sobre las 4 y 30 de la tarde se escucharon unos disparos y pronto aquel sitio se convirtió en un infierno de balas y el fuego de los cañaverales. El desconcierto se apoderó de aquella tropa. Unos trataban de protegerse como pudieran, otros se internaron más en los campos de caña y la mayoría emprendió una retirada desorganizada por distintas vías.

En esta situación dantesca, cuando todo parecía perdido, se escuchó la voz viril del Capitán Juan Almeida Bosque: ¡Aquí no se rinde nadie! Y después una palabrota, al decir del Che. Aquel grito quedaría para siempre enlazado a nuestra historia como uña y carne, símbolo de la resistencia.

En Alegría de Pío, en la sorpresiva emboscada del 5 de diciembre de hace 59 años, murieron tres expedicionarios, los 79 restantes lograron huir del lugar en grupos o solos, en los días siguientes 17 fueron capturados y asesinados por aquella zona, otros fueron hechos prisioneros, pero los que quedaron no sin pocos tropiezos, lograron llegar a las montañas y reunirse posteriormente para cumplir la palabra empeñada con el pueblo cubano: Ser libres o mártires.

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