Por Karina Sotomayor OteroSantiago de Cuba, 4 ago.— En 1983, se destinó todo un inmueble en esta ciudad para mostrar la evolución de las fiestas más participativas de la región. Con más de 650 piezas, el Museo del Carnaval mostró al mundo la historia del Rumbón Mayor, ahora este patrimonio se enriquece con la donación de veinte elementos entre conjuntos de vestuarios y carteles.
La calle Heredia, es una arteria de
evidente movimiento y renovación; lo añejo se protege como tesoro único y
la cultura asume nuevos valores. En uno de los espacios de esta
céntrica calle se ubica una casona de finales del siglo XVIII que
representa la vida de uno de los personajes más importantes para el ser
santiaguero. Lo que antes funcionó como escuela primaria y local de
oficinas, hace más de veinte años se destinó a resguardar la historia de
los festejos más cotizados en esta ciudad. Entonces el carnaval no
termina a finales de julio, con sus trajes e instrumentos llega hasta
esta edificación colonial y descansa en sus vitrinas.
Más
de 650 piezas entre fotografías, instrumentos, documentos y vestuarios
se exhiben en la instalación que es constantemente visitada. Allí donde
el turismo nacional e internacional se conjugan.
Se alistan nuevas vitrinas pues el patrimonio aumentó con la donación de más de veinte elementos. Varias agrupaciones que participaron en el Carnaval Santiago de este año, ofrecieron sus vestuarios, carteles, sombreros, maquetas, entre otras piezas, para engrosar los bienes de este singular museo.
La Red Internacional de Carnavales del Caribe también benefició la dinámica del Museo con el paso de varias delegaciones de diferentes países. El intercambio es real pues en unas de las esquinas del recinto se ve como una suerte de diablo pintoresco representativo de las fiestas de Santo Domingo.
En la casona de finales del siglo XVIII continúan los cambios pero la misión es la misma: darle continuidad al carnaval de año en año y contar sus mejores leyendas.
Más
de 650 piezas entre fotografías, instrumentos, documentos y vestuarios
se exhiben en la instalación que es constantemente visitada. Allí donde
el turismo nacional e internacional se conjugan.Se alistan nuevas vitrinas pues el patrimonio aumentó con la donación de más de veinte elementos. Varias agrupaciones que participaron en el Carnaval Santiago de este año, ofrecieron sus vestuarios, carteles, sombreros, maquetas, entre otras piezas, para engrosar los bienes de este singular museo.
La Red Internacional de Carnavales del Caribe también benefició la dinámica del Museo con el paso de varias delegaciones de diferentes países. El intercambio es real pues en unas de las esquinas del recinto se ve como una suerte de diablo pintoresco representativo de las fiestas de Santo Domingo.
En la casona de finales del siglo XVIII continúan los cambios pero la misión es la misma: darle continuidad al carnaval de año en año y contar sus mejores leyendas.
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