Por Noris Rosado Figueredo
Santiago de Cuba, 14 jul.— En la etapa veraniega, los adolescentes y jóvenes, se sienten a sus anchas, y disfrutan de las opciones que se brindan en este período. Unos, lo hacen de forma sana, pero otros ven la etapa estival como la del desenfreno. De ahí que la familia y las instituciones deben estar preparadas para enfrentar cualquier desliz.
Santiago de Cuba, 14 jul.— En la etapa veraniega, los adolescentes y jóvenes, se sienten a sus anchas, y disfrutan de las opciones que se brindan en este período. Unos, lo hacen de forma sana, pero otros ven la etapa estival como la del desenfreno. De ahí que la familia y las instituciones deben estar preparadas para enfrentar cualquier desliz.
Las instituciones de Salud Pública, la Federación de Mujeres Cubanas, (FMC), los Comités de Defensa de la Revolución, (CDR), la Unión de Jóvenes Comunistas, (UJC), y otras organizaciones, deben trabajar para disminuir esta adicción, y evitar así, que los más jóvenes se inclinen hacia ese vicio dañino.
Ahora corresponde a todos, lograr que nuestros hijos y familiares, digan NO ante las bebidas alcohólicas.
El alcoholismo, es un mal que genera violencia, e involucra a todos en el hogar, pues da lugar a la pérdida de valores.
Las personas que ingieren bebidas alcohólicas en grandes cantidades, lo pierden todo, desde la vergüenza, hasta el respeto a ellos mismos y a los que les rodean.
Si a lo anterior le sumamos el daño a la salud mental y el deterioro personal, entonces, el mal es mucho mayor.
Otro aspecto muy importante a tener en cuenta, es que el alcoholismo, afecta la economía familiar, porque ese dinero puede invertirlo en algo más útil y porque cuando la persona no tiene dinero para comprar la bebida, es capaz de violar cualquier medida, para alcanzar su objetivo: al alcohol.
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