Plaza de la revolución

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miércoles, 15 de julio de 2015

El Camino soneado del Septeto Santiaguero


septeto santiagueroPor Rogelio Ramos Domínguez
 
Los musicólogos reparten al origen del son en todo el oriente cubano, lo disuelven, y no falta quien anuncie incluso suco sucos primarios y otros asuntos como el entierro definitivo de Micaela Ginés, Pascual de Ochoa y aquellos horros que según Carpentier escribieran el Son de la Mateodora. Lo cierto es que el son siempre, o casi siempre, sabe a Santiago de Cuba.

El siglo XX abrió y cerró con son, se dice que ya por el 1909 el género había tomado forma y conquistaba occidente y a finales del milenio ocurrió que el Buena Vista Social Club, con varios santiagueros en la nómina, citemos por ejemplo,  a Compay Segundo, Ibrahim Ferrer y Eliades Ochoa, esparció el son por el mundo y situó a la isla en el mapa mercantil, que palabra tediosa, de la música internacional.

Ahora sorprende El Septeto Santiaguero, los muchachos de Fernando Dewar, que a base de son hecho desde SANTIAGO irrumpen en el panorama musical internacional a golpe de talento, sin otras herramientas.

Estos muchachos nacen de un furor abierto por Juan de Marcos y sus ideas, ya nadie puede dudar cuanto dejó Sierra Maestra y luego el citado Buena Vista Social Club e incluso Afro Cuban All Stars. El panorama musical, sobre todo de los noventa, se vio reflejado en ciertos mercados: Iraquere, Van Van, Adalberto Álvarez y posteriormente la timba hacían mella en el muro y como decíamos el Buena Vista… abrió la gran puerta, entonces vino una ola de sextetos, septetos, y hasta octetos y, mire usted, septetos con trombón incluido entre elos ha sobresalido siempre  El septeto santiaguero.

Algunas de estas agrupaciones como Los Jóvenes Clásicos del Son, por cierto con nómina bastante santiaguera,  llegaron a instalarse en el gusto musical de la isla, aquello de “No pueden parar”, del santiaguero José Nicolás fue un verdadero hit, pero en Santiago apretó fila una lista de agrupaciones entre las que se incluían: Matamoroson, Son de Buena Fe, El Septeto Turquino y el que, nadie lo duda ha logrado mejor impacto: siempre  El septeto Santiaguero.

En otras partes había que hablar de Traje Nuevo o la Octava Pesadilla, entre otros ensambles quienes son en ristre trataron de abrir paso, pero el Santiaguero, tiene la fórmula. No hay dudas. Los muchachos de Dewar, le dan la vuelta al planeta con sones que apuestan, sobre todo, por el trabajo de jóvenes compositores e incorporando elementos del conjunto y hasta la estudiantina.

Para suerte de todos, en los discos suyos, aparecen invitados e influencias que llegan incluso a un Rubén Blades, Oscar de León y hasta Don Cheo Feliciano. Cuentan junto a su disquera Picap dos nominaciones al Grammy Latino y no paran de trabajar, se les escucha lo mismo en Songo- La Maya que Finkenstein.

Fueron premiados en Cubadisco por el fonograma “Vamos Pa’ la Fiesta” y ahora defienden su disco: No quiero llanto en el cual rinden tributo a Los compadres y se unen a una tropa de grandes artistas como José Alberto El Canario.

No creo que tengan la difusión que merecen en Cuba, tampoco la tuvo el Buena Vista Social Club, pero se siguen haciendo camino, el largo camino a Santiago.

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