Plaza de la revolución

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viernes, 25 de julio de 2014

La silueta de Jaime Fonseca, el vaquero de Bungo 5


La silueta de Jaime Fonseca, el vaquero de Bungo 5 Por Cuscó Tarradell

Los hombres de ganadería, como Jaime Fonseca Rojas toleran la brisa fría y aprenden a mirar las tonalidades del sol durante el amanecer, porque la filosofía de un buen ordeño requiere de un despertar prematuro.

Este paisano de 40 años es uno de los mejores productores del territorio santiaguero. Con 180 vacas le aporta al Estado 130 mil litros de leche al año.

Lo acompañan 10 hombres, que sin querer implantar una moda, cuelgan de su cintura banquillos de madera de una sola pata. En ellos apoyarán los glúteos, una y cientos de veces al mes, hasta pasadas las 8 de la mañana, la hora en que obtienen cada día 500 litros de leche.

Se dice que quien resbale hacia atrás carga con la mancha de una burla eterna; aunque lo peor, es incrustarse las espaldas en el excremento de unas cuantas vacas; o encajar el lodo misceláneo que se acumula después de una época de lluvia, como cuando lo conocí en aquella vaquería.  

Vive cercano al poblado de Bungo 5 en el municipio Contramaestre. Su Finca "La Gloria" no poseía corriente trifásica hasta hace 3 meses. Estuvo años sin ella. Mas nunca se quejó. Ni siquiera cuando las tendederas de 120 V le valían para alumbrarse de noche y, en el día, mover las máquinas de moler kingrás, morera, titonia, moringa y caña para unas 412 cabezas de ganado. La luz que lo iluminó siempre fue la de hacer.

Tampoco es un campesino de los que se acomoda esperando un estímulo estatal. No recoge a tiempo los Diplomas de la Agricultura, y en los días de festín es casi siempre el último en comer, a pesar de ser un diabético crónico. Entre los amigos, le bastan unos mordiscos a un pedazo de carne, y unos "palos de ron", que le van prohibido a sus entrañas, pero a los que su físico no pueden rechazar por "machismo campesino".

Eso sí, le importa la economía. Su silueta con sombrero antecede al amanecer. Ya no es de los que se sienta a menudo en los bancos de una sola pata, porque acondicionó con un ejemplo madrugador su voz para el mando; aunque esta, no sea proporcional a sus más de 250 libras de peso, ni a los 1.80 metros de su estatura.

Si cada campesino de la isla, aportara un litro de leche por encima de su plan contratado, cada 5 días el sector cooperativo podría venderle al Estado Cubano, 1 millón de litros.

La provincia de Santiago de Cuba ha estabilizado la entrega de leche directa a niños de hasta 6 años de edad. Es un programa nacional que se prioriza, y le ahorra al país millones de pesos cada año por concepto de compras de leche en polvo en el exterior.

Tal vez allá por ahí muchos Jaime dispersos en las serranías santiagueras. Quisiera conocerlos a todos.

Los personajes emprendedores marcan caminos de conquista. Cuando su silueta no se refleje en el sedimento de la vaquería, ya habrá cientos de niños de la zona con un litro de leche al despertar.

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