Plaza de la revolución

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miércoles, 8 de enero de 2014

Estados Unidos y el triunfo de la Revolución Cubana

Por Armando Fernández Martí

Santiago de Cuba, 8 ene.— Cuando el 8 de enero de 1959 rodeado de pueblo llegaba a La Habana la Caravana de la Libertad encabezada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, comenzaba a consolidarse el triunfo de la Revolución alcanzado el 1º de Enero con la entrada triunfal del Ejército Rebelde a Santiago de Cuba.

Sin embargo, el Gobierno Norteamericano iniciaba un plan estratégico encaminado a impedir que el Movimiento 26 de Julio y su líder Fidel Castro lograran darle un vuelco definitivo a la situación política y social existente en la isla hasta entonces, bajo la tutela del imperio cuya aspiración era mantener el batistato sin Batista.

Ya desde días antes, 7 de enero de 1959, el gobierno norteamericano que presidía el republicano Dwight Eisinhower, había reconocido al gobierno revolucionario establecido en Cuba, pero decidió sustituir al embajador estadounidense en la isla, Earl Smith, nombrando en su lugar a Philip Bonsal, quien ya había ocupado ese cargo en la isla entre 1938 y 1939.

Bonsal traía la misión fundamental de influenciar sobre dirigentes de la Revolución del Gobierno Revolucionario, del Ejército Rebelde, de los sindicatos, los medios de comunicación, los escritores, la iglesia y los estudiantes, entre otros sectores, para crear opiniones contrarias a la Revolución y sus principales líderes a fin de evitar el establecimiento de un verdadero gobierno popular, como lo había proclamado Fidel.

Paralelamente a esas acciones de la embajada yanqui en La Habana, también la Agencia Central de Inteligencia (CIA), maniobraba utilizando a cabecillas del autodenominado Segundo Frente Nacional del Escambray, así como de ex militares de Batista, politiqueros del viejo régimen y representantes de la alta

burguesía cubana, con el objetivo de crear enfrentamientos con el Gobierno Revolucionario que le permitieran a los Estados Unidos actuar contra Cuba a través de la OEA.

Todas estas maniobras del gobierno norteamericano y la CIA, en los meses siguientes se verían secundadas por una crisis institucional interna creada artificialmente con el respaldo del Presidente provisional del Gobierno Revolucionario de Cuba, Manuel Urrutia Lleó, quien posteriormente traicionó a la Revolución y se plegó al imperio corriendo a su lado.

Ya al hablarle al pueblo el 1º de Enero de 1959 en Santiago de Cuba y el día 8 a su llegada a La Habana, el Comandante en Jefe había sentenciado: “Estamos en un momento histórico. La tiranía ha sido derrotada. La alegría es inmensa, sin embargo, queda mucho por hacer todavía, no nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil. Quizás en lo adelante todo será más difícil”.

 Desde entonces, como expresara Fidel el 1º de Enero de 1959 en el Parque Céspedes de Santiago de Cuba y lo ratificara 55 años después en el mismo sitio el General de Ejército Raúl Castro Ruz: “La Revolución sigue igual sin compromisos con nadie en absoluto, sólo con el pueblo”

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