Plaza de la revolución

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jueves, 1 de diciembre de 2011

Cuba ¿culpable o víctima?

Autor :Adis López
Las acciones subversivas de Estados Unidos contra Cuba revelan la verdadera política de un imperio que no cambia  y nos conduce a reflexionar sobre los gobiernos norteamericanos durante algo más de cuatro décadas de Revolución Cubana; diez administraciones norteamericanas, obstinadas y hostiles desde la imposición del bloqueo en 1959 (y mucho antes) y el empeño de fabricar una oposición contrarrevolucionaria en Cuba y dentro del propio territorio estadounidense(Miami).

Analizando la década de los 60 sería sencillo percatarse de las intenciones norteamericanas respecto a nuestra isla. Casi 50 millones de dólares para financiar actividades de oposición a la Revolución Cubana, desatar una ofensiva propagandística, fomentar la disidencia interna, intentos de asesinatos a los principales líderes de la Revolución, hasta la invasión  que los condujo a la derrota de Playa Girón.

Pero no muy distinta fue la década del 70, llena de agresiones a través de transmisiones radiales y violaciones de nuestro espacio radioeléctrico que le han costado a E.U. más de 400 millones de dólares e incluyen los ataques terroristas contra instalaciones cubanas.

Y llegan los 80. Estados Unidos se enfrasca en distorsionar la realidad del diferendo con Cuba tratando de mostrar nuestra supuesta incapacidad e intolerancia, sobredimensionando a aquellas personas que, con un poco de oportunismo a partir de la confusión generada por la perestroika soviética, empezaron a guardar distancia de nuestro proyecto social, proponiéndoles la acción contrarrevolucionaria como modo y medio de vida.

En la década del 90, se esmeran en tratar de rendirnos por hambre y enfermedad  poniendo de moda leyes y carriles como la Torricelli y la Helms-Burton, estableciendo que el Presidente de los Estados Unidos puede otorgar todos los recursos necesarios para el fomento y fabricación de la oposición en Cuba y algunos hablan de cifras aproximadas a los 1400 millones de dólares.

Mucho han aportado la CIA y la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en Cuba, ambos han sido los principales reclutadores de contrarrevolucionarios y terroristas para intentar derrocar a la Revolución Cubana, llegando a crear y financiar organizaciones dentro del propio territorio cubano que, entre otros fines, eran utilizadas para dar determinado nivel de credibilidad a las acusaciones por supuestas violaciones de los derechos humanos ocurridas en nuestra isla.

Pero no piense usted que esta política es sólo contra Cuba; recordemos a Somalia, Chile, Nicaragua, Iraq e Irán y, más recientemente, El Salvador. Habría que escribir muchísimo y siempre quedarían cosas insólitas que contar sobre las administraciones norteamericanas y sus sueños expansionistas. Parecería una película infinita de ciencia ficción, porque lo que nadie podrá negar es que sobrepasan los límites de la imaginación.

Más que escribir todas las letras, el mundo debe apurarse y actuar antes que sea demasiado tarde. Ser diferentes no nos hace culpables o peligrosos y a buena hora somos diferentes: tenemos una identidad, una bandera propia porque no somos colonia de nadie, un sistema electoral limpio, donde no circula un solo billete, educación gratuita y un pueblo capaz de crecerse ante mucho más de lo que aquí comento, resistiendo las más injustas agresiones de cada una de las administraciones yanquis por el único delito de ser libres en sus propias narices.

Y cuando algunos veían con optimismo la presidencia de Obama, vemos como hasta las redes sociales y todo el ciberespacio se erige como nuevo terreno de agresiones internas y externas a la isla y aumenta la cifra de dólares destinada a fabricar y sustentar una contrarrevolución interna hasta los veinte millones de dólares anuales.

Sin dudas, es el imperio más poderoso que haya conocido la humanidad, pero ¿de veras puede alguien pensar que no se puede cambiar el orden del mundo?

¡Denunciemos al verdadero culpable!

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