Plaza de la revolución

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martes, 6 de noviembre de 2018

Santiago de Cuba, un referente del teatro cubano

Por María Elena López Jiménez

Santiago de Cuba, 6 nov.— La ciudad representa para el país un fiel exponente de las Artes Escénicas y en particular, del teatro de relaciones, parte del quehacer de este pueblo caribeño que protagoniza un fuerte movimiento cultural que data de la época de los mamarrachos, en la centuria del XVI.

El desaparecido actor, dramaturgo e investigador, Santiago Portuondo en una entrevista en 2011, afirmó que “de 1522 data la más vetusta Acta Capitular escrita en América de la que se tiene certeza. Perteneciente al Cabildo de Santiago de Cuba, el acta recoge la solicitud de los vecinos para la obtención de algunos dineros del Cabildo en pago a las representaciones que se realizarían a favor de las festividades por el patrón de la villa, San Santiago Apóstol“.

“Estas celebraciones y jubileos por el Santo Patrón, al paso de los siglos, fueron transformándose en jolgorio popular de mamarrachos y disfrazados que durante los días católicos de San Juan, San Pedro, Santa Cristina, San Santiago y Santa Ana llegarían a convertirse en nuestro “carnaval de verano”. Junto al toque de la conga y el desfile de sus comparsas, estaban las representaciones callejeras así como, “a domicilio”, el teatro de relaciones: pequeños entremeses y juguetes cómicos con que los actores populares, mamarrachos con máscaras, capas, sombreros, vestuarios coloridos, se burlaban o se reían del drama de la vida”.

Disímiles razones para que este año se celebre el Festival Nacional del Teatro Joven, no solo por un nacimiento temprano de esta manifestación artística en la otrora villa nombrada también Cuba hasta el siglo XIX.

La urbe constituyó un centro importante para artistas ya desde mediados del  siglo XIX, pero especialmente durante las primeras décadas del  XX con presentaciones de las más grandes compañías de óperas y zarzuelas venidas de Italia y España, recorriendo las principales ciudades caribeñas en sus giras de invierno. Cabe mencionar a principios de la centuria las actuaciones de la diva Sara Bernhard y Enrico Caruso.

Con el triunfo revolucionario surgió el Conjunto Dramático del Oriente específicamente en el año 1961, primer grupo de teatro profesional  aunque anteriormente existían otros de aficionados que no permitieron que muriera la expresión. Esta primicia era relacionera, emergió entre escenarios, calles y plazas que aún se mantienen. Referente de esos primeros momentos hasta la actualidad es la actriz Fátima Patterson, hoy con su Café Teatro Macubá, asumiendo obras que recogen leyendas y cuentos tradicionales.

Hay que destacar que en la década del 60 del siglo XX, al igual que el Dramático de Oriente, empezaron a crearse también grupos profesionales de todas las artes escénicas: el Conjunto Folklórico del Oriente en la danza y el Teatro Güiñol Santiago. Un hito importante fue la presencia de intelectuales y artistas de alta valía, dígase el argentino Adolfo Gubkin, el escritor José Soler Puig, el investigador Joel James, los actores Raúl Pomares, Rogelio Meneses, Carlos Padrón y Ramiro Herrero, entre otros.

En 1973  desapareció el Conjunto Dramático de Oriente pero a partir de él se multiplican los proyectos: el Cabildo Santiago, Teatrova y el  Calibán que se fundó en 1986, éste último, retomó el teatro de sala para poner en escena clásicos universales, sin desechar las relaciones, bautizado así por un personaje de la tragedia La tempestad de Shakespeare. Su primera obra atestiguó este presupuesto: El Conde Alarcos, un drama caballeresco de José Jacinto Milanés.

La palabra como un don de la oralidad es la principal divisa cuando se hace una retrospectiva de todo esta corriente, hay que remitirse necesariamente a las piezas como “El macho y el guanajo” y “Cuando Santiago Apóstol puso los pies en la tierra”; “el 23 se rompe el corojo”  y “Cefi y la muerte”.

El estreno de El Macho y el Guanajo tuvo un elenco especial con figuras que trascendieron al ámbito nacional: Félix Pérez, Valerio Bringas, Enrique Molina, Ovelia Blanco, Miguel Sanabria y Dargel Marrero. Representó un homenaje al teatro bufo que solo estaba en esos momentos en el recuerdo de muchos aunque constituía la única forma teatral de una distinguida cubanía y arraigo popular.
 
Las nuevas generaciones formadas en la Escuela Nacional de Arte se combinan con los viejos hacedores ya en los 90 como el grupo Experimental Juvenil, liderado por el dramaturgo Reynaldo López, que se crea con egresados de las primeras graduaciones; del Cabildo se desprendieron otros proyectos: Teatro Gestus, Estudio Teatral Macubá, Laboratorio Teatral Palenque, y otros muy efímeros como Caracol, Afore, y Arlequín.

Los más jóvenes actualmente prefieren el teatro vanguardista, tendencia que llega desde lo nacional e internacional pero la ciudad sigue asumiendo sus puestas relacioneras, las que remiten a nuestra idiosincrasia popular, de nuestras raíces. En este panorama se distingue hoy el binomio Dagoberto Gainza y Nancy Campos con su “A Dos Manos”, ambos consagrados con 50 años de trabajo a quienes conjuntamente con Nora Hamze, se dedicó el Festival y Concurso Nacional Máscara de Caoba, en su Vigésimo aniversario, el pasado mes de marzo; sin dudas, una verdadera fiesta. Este certamen tuvo como anfitriones a Gestus, Estudio Teatral Macubá, Relacionarte, Maccus Teatro, Variedades Santiago, Campanadas, Calibán Teatro, La Guerrilla del Golem, A Dos Manos y La Caja Negra.

La ciudad vuelve a ser un gran escenario de las tablas. Ellos asumen hoy por hoy, noveles y antiguos, los saberes que trascienden desde siglos atrás la experiencia  de esta región caribeña. Razones para un Festival Nacional de Teatro Joven que reafirma, además de las nuevas vertientes, su condición de relacionera.

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