Por María Elena López Jiménez
Santiago de Cuba, 6
nov.— La ciudad representa para el país un fiel exponente de las Artes
Escénicas y en particular, del teatro de relaciones, parte del quehacer
de este pueblo caribeño que protagoniza un fuerte movimiento cultural
que data de la época de los mamarrachos, en la centuria del XVI.
El
desaparecido actor, dramaturgo e investigador, Santiago Portuondo en
una entrevista en 2011, afirmó que “de 1522 data la más vetusta Acta
Capitular escrita en América de la que se tiene certeza. Perteneciente
al Cabildo de Santiago de Cuba, el acta recoge la solicitud de los
vecinos para la obtención de algunos dineros del Cabildo en pago a las
representaciones que se realizarían a favor de las festividades por el
patrón de la villa, San Santiago Apóstol“.
“Estas
celebraciones y jubileos por el Santo Patrón, al paso de los siglos,
fueron transformándose en jolgorio popular de mamarrachos y disfrazados
que durante los días católicos de San Juan, San Pedro, Santa Cristina,
San Santiago y Santa Ana llegarían a convertirse en nuestro “carnaval de
verano”. Junto al toque de la conga y el desfile de sus comparsas,
estaban las representaciones callejeras así como, “a domicilio”, el
teatro de relaciones: pequeños entremeses y juguetes cómicos con que los
actores populares, mamarrachos con máscaras, capas, sombreros,
vestuarios coloridos, se burlaban o se reían del drama de la vida”.
Disímiles
razones para que este año se celebre el Festival Nacional del Teatro
Joven, no solo por un nacimiento temprano de esta manifestación
artística en la otrora villa nombrada también Cuba hasta el siglo XIX.
La
urbe constituyó un centro importante para artistas ya desde mediados
del siglo XIX, pero especialmente durante las primeras décadas del XX
con presentaciones de las más grandes compañías de óperas y zarzuelas
venidas de Italia y España, recorriendo las principales ciudades
caribeñas en sus giras de invierno. Cabe mencionar a principios de la
centuria las actuaciones de la diva Sara Bernhard y Enrico Caruso.
Con
el triunfo revolucionario surgió el Conjunto Dramático del Oriente
específicamente en el año 1961, primer grupo de teatro profesional
aunque anteriormente existían otros de aficionados que no permitieron
que muriera la expresión. Esta primicia era relacionera, emergió entre
escenarios, calles y plazas que aún se mantienen. Referente de esos
primeros momentos hasta la actualidad es la actriz Fátima Patterson, hoy
con su Café Teatro Macubá, asumiendo obras que recogen leyendas y
cuentos tradicionales.
Hay que destacar que en la
década del 60 del siglo XX, al igual que el Dramático de Oriente,
empezaron a crearse también grupos profesionales de todas las artes
escénicas: el Conjunto Folklórico del Oriente en la danza y el Teatro
Güiñol Santiago. Un hito importante fue la presencia de intelectuales y
artistas de alta valía, dígase el argentino Adolfo Gubkin, el escritor
José Soler Puig, el investigador Joel James, los actores Raúl Pomares,
Rogelio Meneses, Carlos Padrón y Ramiro Herrero, entre otros.
En
1973 desapareció el Conjunto Dramático de Oriente pero a partir de él
se multiplican los proyectos: el Cabildo Santiago, Teatrova y el
Calibán que se fundó en 1986, éste último, retomó el teatro de sala para
poner en escena clásicos universales, sin desechar las relaciones,
bautizado así por un personaje de la tragedia La tempestad de
Shakespeare. Su primera obra atestiguó este presupuesto: El Conde
Alarcos, un drama caballeresco de José Jacinto Milanés.
La
palabra como un don de la oralidad es la principal divisa cuando se
hace una retrospectiva de todo esta corriente, hay que remitirse
necesariamente a las piezas como “El macho y el guanajo” y “Cuando
Santiago Apóstol puso los pies en la tierra”; “el 23 se rompe el
corojo” y “Cefi y la muerte”.
El estreno de El Macho y
el Guanajo tuvo un elenco especial con figuras que trascendieron al
ámbito nacional: Félix Pérez, Valerio Bringas, Enrique Molina, Ovelia
Blanco, Miguel Sanabria y Dargel Marrero. Representó un homenaje al
teatro bufo que solo estaba en esos momentos en el recuerdo de muchos
aunque constituía la única forma teatral de una distinguida cubanía y
arraigo popular.
Las nuevas generaciones formadas en la
Escuela Nacional de Arte se combinan con los viejos hacedores ya en los
90 como el grupo Experimental Juvenil, liderado por el dramaturgo
Reynaldo López, que se crea con egresados de las primeras graduaciones;
del Cabildo se desprendieron otros proyectos: Teatro Gestus, Estudio
Teatral Macubá, Laboratorio Teatral Palenque, y otros muy efímeros como
Caracol, Afore, y Arlequín.
Los más jóvenes actualmente
prefieren el teatro vanguardista, tendencia que llega desde lo nacional
e internacional pero la ciudad sigue asumiendo sus puestas
relacioneras, las que remiten a nuestra idiosincrasia popular, de
nuestras raíces. En este panorama se distingue hoy el binomio Dagoberto
Gainza y Nancy Campos con su “A Dos Manos”, ambos consagrados con 50
años de trabajo a quienes conjuntamente con Nora Hamze, se dedicó el
Festival y Concurso Nacional Máscara de Caoba, en su Vigésimo
aniversario, el pasado mes de marzo; sin dudas, una verdadera fiesta.
Este certamen tuvo como anfitriones a Gestus, Estudio Teatral Macubá,
Relacionarte, Maccus Teatro, Variedades Santiago, Campanadas, Calibán
Teatro, La Guerrilla del Golem, A Dos Manos y La Caja Negra.
La
ciudad vuelve a ser un gran escenario de las tablas. Ellos asumen hoy
por hoy, noveles y antiguos, los saberes que trascienden desde siglos
atrás la experiencia de esta región caribeña. Razones para un Festival
Nacional de Teatro Joven que reafirma, además de las nuevas vertientes,
su condición de relacionera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario