Plaza de la revolución

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lunes, 18 de julio de 2016

Ya corren los aires de carnaval en la ciudad

Por María Elena López Jiménez

Santiago de Cuba, 18 jul.— En la ciudad corren los aires de fiesta, aunque sea su carnaval infantil, ya sus pobladores andan más ligeros, ríen, bailan y se vuelven más extrovertidos de lo común…. Los visitantes recorren las calles y llegan los comentarios de que “Santiago está a tope”.

Y la jornada de inicio fue apoteósica de alegría, si cabe la palabra: temprano la conga de San Agustín despertó a los vecinos para hacer un recorrido hasta el reparto Sueño y saludar a su paseo-comparsa que está cumpliendo 70 años y

en la tarde sonó “el Cocoyé”, que desbordó con sus toques a todo el ambiente de la bien nombrada “Invasión”, protagonizada por la conga mayor, la de los Hoyos, la que suena con un “toque macho,” al decir de un cronista citadino.
 
Al atardecer el desfile de paseos, congas y comparsas conquistaron con su colorido y buen hacer a la Avenida Jesús Menéndez, aledaña a la bahía… Son los continuadores de la tradición, comprometidos con sus mayores, que la memoria siga fresca e intacta.

Y el estribillo “Abre que viene el Cocoyé”, anuncia este hecho cultural y remite a los ancestros santiagueros, envuelve de respeto de quienes amamos a Santiago de Cuba, como a una ciudad profundamente inspiradora en todos los ámbitos de la vida…

Un sello de la barriada de Los Hoyos, reconocido mundialmente por su conga insigne; la carta de presentación es un homenaje a quienes un día organizaron el cabildo “el Cocoyé” en esos predios.

Pero la historia va más allá de la conga: a fines del siglo XVIII empezaron a arribar a esta urbe franceses que salieron huyendo desde Haití por la revolución en la isla vecina. Muchos de ellos trajeron a sus esclavos domésticos, quienes vinculados a otros negros y mulatos libres de la ciudad que los acogió, transformaron e introdujeron cantos, ritmos y percusión en las parrandas que por aquel entonces recorrían las calles desde el día de San Juan hasta el de Santa Ana.

Diversos investigadores destacan que representa una de las expresiones más puras del folklore musical cubano y sus orígenes datan del siglo XIX y rememora al grupo de esclavos que se reunía de noche en un solar situado en la calle Rastro, esquina a San Antonio; en el patio se disfrutaba de un cocal y bajo sus sombras, los africanos coreaban con nostalgia estribillos de la tierra lejana y danzaban con los tambores del ya nacido cocoyé.

Entre los iniciadores de la tumba se encontraba Pa´Francisco, un congo que vivió hasta la edad de 106 años. Las coreografías se presentaban en distintas fiestas citadinas y en uno de ellos, se destacó más, donde las mujeres bailaban con hermosas batas blancas. Al final de la ceremonia se ejecuta la danza solemne nombrada Mesón, de compases lentos y tristes, en forma de un círculo muy amplio alrededor de la plaza.

El cocoyé surgió desde esas historias, casi leyendas, y fue acogido en los salones de abolengo del Santiago colonial, gracias al director de la banda militar española, Juan Casamitjana, quien lo anotó y luego lo interpretó.

El 3 de septiembre de 1847 se ejecutó por vez primera en la Sociedad Filarmónica de Santiago de Cuba la obra de Laureano Fuentes Matons, "Popourrí cubano", que era una colección de aires cubanos con el tema "María la O". A esta obra, arreglada para banda militar por Manuel Úbeda, se le añadieron otros estribillos y lo titularon "Cocoyé" o "Ajiaco cubano", y fue ejecutado en 1849 por la banda de música del Regimiento de Isabel II.

Posteriormente el pianista y compositor norteamericano Louis Moreau Gottschalk trabajó sobre la obra y luego el pianista cubano Pablo Desvernine hizo una versión de esta pieza; anotan los historiadores que fue el compositor santiaguero Prudencio Barthelemy, el único en transcribir completamente para piano todos los temas del Cocoyé, presumiblemente partiendo de la versión de Casamitjana.

En 1925 se estrenó la Obertura sobre temas cubanos de Amadeo Roldán, quien utilizó partes del Cocoyé y este acontecimiento fue señalado por Alejo Carpentier en el libro “La música en Cuba” de esta manera : “...Lo más singular era que Roldán, al esbozar su Obertura, se hubiera vuelto, por instinto, hacia un tipo de expresión folklórica captado varias veces en el siglo XIX: El Cocoyé oriental. Es decir, que el músico, al abrir el ciclo de su obra verdadera, al comenzar a encontrarse a sí mismo, recogía una tradición que lo vinculaba directamente con el primer intento hecho en Cuba de llevar lo negro a una partitura…”

 “Abre que viene el Cocoyé” ha llegado a nuestros días como un gran legado a la ciudad, íntimamente imbricada al canto y ritmo contagioso de su conga más longeva, la de Los Hoyos, que conjuntamente con otras particularidades distinguen al carnaval santiaguero como Patrimonio de la Cultura Cubana.

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