Plaza de la revolución

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lunes, 15 de febrero de 2016

La explosión del acorazado Maine


Por Armando Fernández Martí

Santiago de Cuba, 15 feb.— La explosión del acorazado Maine la noche del 15 de febrero de 1898 en la bahía de La Habana, le vino como anillo al dedo a Estados Unidos para declararle la guerra a España e intervenir militarmente en Cuba para apoderarse de la isla, lo cual era un viejo anhelo de los yanquis desde la primera guerra de independencia cubana.

Ya para entonces, los gobernantes norteamericanos habían tratado de apoderarse de la pequeña isla caribeña por diferentes vías, incluida la proposición a España de su compra pero ante la negativa de esta, decidió esperar a que el colonialismo no pudiera sostener el conflicto con los cubanos, ni económica, ni militarmente, para entonces intervenir. A eso ellos le denominaron: Política de la Fruta Madura.

El acorazado Maine había arribado a la bahía habanera en visita de buena voluntad el 25 de enero de 1898, pero no lejos, a seis horas de navegación, las autoridades navales habían situado otros cuatro buques e igual cantidad, despachados hacia el teatro de la guerra, es decir, a la región sur oriental de la isla.

La explosión del Maine provocó la muerte de 266 tripulantes, 263 marinos y tres oficiales, pues el resto de la oficialidad del buque se encontraba en tierra para asistir a una recepción amistosa.

Tras la explosión del Maine, como es habitual, la gran prensa de Estados Unidos emprendió contra España pidiendo a gritos la intervención de Estados Unidos en el conflicto, lo que definitivamente se produjo entre los meses de junio y julio de 1898, dando lugar a la Guerra Hispano Americana, incluida la batalla naval de Santiago de Cuba, donde fue prácticamente despedazada la flota colonialista.

Si bien la intervención yanqui en Cuba abrió la era del imperialismo agresor e interventor de Estados Unidos, la voladura del Maine dio inicio a la era de las autoagresiones y pretextos para intervenir militarmente en cualquier punto del mundo, tal y como lo demuestra la historia en Santo Domingo, Panamá, Haití, Granada, Vietnam, Yugoslavia, Afganistán e Iraq, entre otros.

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