Plaza de la revolución

Plaza de la revolución
Plaza de la revolución

viernes, 31 de julio de 2015

Sepelio de Frank País, desafío a la dictadura batistiana


Por Armando Fernández Martí
 
Un mar de pueblo, así puede definirse la gigantesca multitud de santiagueros que en la tarde del 31 de julio de 1957 acompañó hasta el cementerio Santa Ifigenia los cadáveres heroicos de Frank País García y Raúl Pujols Arencibia, asesinados en la víspera por esbirros de la dictadura batistiana.

En la noche del 30 de julio, reclamado por sus familiares el cadáver de Frank País fue velado en un primer momento en su propia casa, en la calle San Bartolomé y, más tarde trasladado a la vivienda de su novia América Domitro, en Clarín y Heredia, para permitir un mejor acceso a los miles de santiagueros que querían rendirle póstumo tributo al valeroso revolucionario caído.

Por otra parte el cadáver de Raúl Pujols asesinado junto a Frank fue velado en lo que era la Colonia Española, donde también acudieron miles de santiagueros a rendirle homenaje.

Vestido de verde-olivo y con una boina y una rosa blanca sobre su pecho, permaneció el cadáver de Frank en su féretro, para que el pueblo se llevara de él esa última imagen. A las tres de la tarde del 31 de julio, ambos cortejos fúnebres partieron desde sus respectivos sitios para unirse en el Parque Céspedes y conformar una gran multitud de pueblo que enardecido desbordó unas veinte cuadras y marchó al grito de ¡Viva la Revolución! y entonando las notas del Himno Nacional.

Todo el trayecto del cortejo fue tenso, bajo las miradas temerosas de los esbirros batistianos que no se atrevieron a desafiar la multitud. En la intersección de Martí y Crombet el cortejo se detuvo para rendir homenaje a Josué País Floro, Vistel y Salvador Pascual, asesinados justamente un mes atrás en dicho lugar. Luego los féretros de Frank y de Raúl fueron cargados en hombros del pueblo para cumplir el último tramo hasta el cementerio santiaguero.

Sin embargo en previsión de incidentes graves las autoridades judiciales decidieron no inhumar en ese momento el cadáver de Frank País y dejarlo para el siguiente día, primero de agosto, lo que se hizo en una ceremonia íntima. Sus restos fueron sepultados en una bóveda provisional y un mes después trasladados al panteón familiar donde reposan desde entonces.

El 31 de julio de 1957, Santiago de Cuba le demostró a la tiranía la magnitud del crimen que había cometido creyendo matar la rebeldía de un pueblo que  no creyó en la muerte del joven revolucionario porque desde entonces vive más que nunca en el corazón de los cubanos porque morir por la patria es vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario