"Fumar es un pacer genial…", dice un viejo tango argentino, pero la misma canción sentencia después: "y mientras fumo mi vida yo consumo…". Vivir o morir. He ahí las dos caras de una misma moneda que en este caso, es el consumo de tabaco en cualquiera de sus formas.
Y para luchar contra ese mal hábito, vicio o adicción, como se le quiera llamar, es que la Organización Mundial de la Salud estableció desde MIL 98 la fecha de 31 de mayo, como Día Internacional de la Lucha contra el Tabaquismo.
No por gusto, la institución de Naciones Unidas, encargada de velar por la salud de la humanidad, prioriza la batalla contra el tabaquismo, porque ese mal ha devenido en una terrible epidemia que hoy mata a más de 6 millones de personas anualmente, a razón de una cada 10 segundos que transcurren, o lo que es igual, a uno de cada diez seres humanos que habitamos este planeta, donde se calcula existen cerca de 1500 millones de fumadores.
Al consumo del tabaco se asocian hoy por lo menos 52 enfermedades entre ellas, las cardiovasculares, cerebro vasculares, respiratorias, estomacales, vejiga, riñón, hipertensión arterial, arterioesclerosis, alteración de la memoria, insomnio, impotencia sexual y varios tipos de cáncer como el de pulmón, mamas, páncreas, esófago, boca, entre otros, todos mortales.
Cuba no está entre los países donde más se fuma en el mundo, ocupando el lugar 22 entre las 190 naciones que conforman el sistema de Naciones Unidas, una posición nada halagüeña, ya que en la isla el 40 por ciento de la población mayor de 15 años es adicta a tabaco actualmente.
Pero lo más triste del caso es, que los fumadores son causantes de que la exposición al humo ambiental del tabaco en Cuba afecte al 54 por ciento de las familias en sentido general y casi el 60 por ciento de los niños, ocupando en ese sentido el tercer lugar entre los 36 países de América Latina y el Caribe.
El Ministerio de Salud Pública cubano y otros organismos realizan ingentes esfuerzos para desestimular en la población, fundamentalmente entre los adolescentes y jóvenes, el mal hábito de fumar, un esfuerzo al que debemos unirnos todos, pero más, el propio individuo porque para dejar de fumar no hay más receta posible que la propia voluntad del fumador, y esa no se compra en la farmacia. ¿No es así?. Entonces, parodiemos el viejo tango que les cité al principio de este comentario y digamos: "vivir si es un placer genial"
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