Plaza de la revolución

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viernes, 4 de julio de 2014

EE.UU. y su independencia


EE.UU. y su independencia  Por Armando Fernández Martí
                             
Santiago de Cuba, 4 jul.— El pueblo norteamericano está celebrando hoy  el aniversario 237 de la declaración de su independencia, hecho ocurrido el 4 de julio de MIL 776, cuando las TRECE colonias inglesas de América del Norte acordaron constituirse en una sola nación a la que denominaron Estados Unidos de América.

Sin embargo, no fue hasta 1873 que Inglaterra reconoció esa nación y le otorgó su independencia, nombrando a George Washington como su primer Presidente. Más tarde, se integraron a la unión las colonias de Louisiana, que pertenecía a Francia y La Florida, que estaba en manos de España.                 
           
Desde entonces, Estados Unidos ostentó el emblemático signo de la libertad, al que le erigieron hasta una estatua, que paradójicamente sus gobernantes convirtieron en símbolo de poder muy bien representado por el Águila Imperial, la más terrible de las aves depredadoras.

Ya en 1846 Estados Unidos arrebató a Méjico los territorios de Texas, Nuevo Méjico y California, integrándolos a la Unión, al conquistar una región fértil y de abundantes recursos naturales, sobre todo de petróleo.

De igual forma, en 1898 Estados Unidos intervino en el conflicto hispano-cubano, y previo acuerdo con España, le arrebató la independencia a los mambises que durante más de 50 años habían luchado para obtenerla. Con esta intervención abrió paso a la era del imperialismo yanqui que tantas libertades ha ultrajado y avasallado en todo el mundo.

Puede decirse entonces, que la de Estados Unidos fue una independencia traicionada y cabría preguntarse ¿Qué pensarían hoy los padres de esa nación Washington, Lincoln y Jefferson, si vieran que la poderosa Unión que crearan bajo el símbolo de la libertad se ha convertido en un imperio voraz y criminal que ha arrebatado y arrebata a otros pueblos sus independencias?

El 4 de abril es un día de fiesta para los norteamericanos, pero ¿puede ser feliz un pueblo cuyos gobernantes solo han sabido ganarse el odio de una gran parte del mundo, por sus desmanes, aún peor que el de los romanos?

Confiemos que más temprano que tarde, el pueblo norteamericano sea también verdaderamente libre e independiente, como quisieron sus fundadores, para compartir con el resto de as naciones del mundo la felicidad plena de toda la humanidad. Esperemos que así sea.

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