Autor : AIN
Luego de dos décadas de litigio, la Corte Suprema de EEUU. ha cerrado las oportunidades jurídicas que permitían a la empresa cubana Cubaexport defender la propiedad de la marca Havana Club en territorio de ese país contra las pretensiones de Bacardí.
Durante este proceso, el Departamento de Estado instruyó a la Oficina para el Control de Activos Extranjeros (OFAC) que no emitiera la licencia para renovar el registro de la marca Havana Club, argumentando que no estaría en correspondencia con la política de su gobierno hacia Cuba, refiere hoy Granma.
El bloqueo es el principio fundamental de la actuación estadounidense, no importa siquiera que esa estrategia choque con los intereses comerciales y económicos legítimos de compañías y empresarios del país norteño, y con las libertades y derechos que otorga a sus ciudadanos la Constitución, observa el diario.
La decisión de la Corte Suprema de no examinar este asunto, abre el camino para que se despoje definitivamente a la compañía cubana del derecho de mantener la titularidad de una marca registrada desde hace más de 30 años en Estados Unidos, denuncia.
Con esta decisión –señala- concluye una infamia que se venía gestando desde hace más de 20 años, dado que Bacardí nunca producirá un ron genuinamente cubano ni por su calidad ni su origen.
Este órgano recuerda que desde 1995, las empresas Cubaexport, Cuba Ron y la compañía francesa Pernod Ricard, distribuidora internacional del ron Havana Club, batallaron por mantener el registro de la reconocida marca ante la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos.
A su vez, el Órgano de Solución de Diferencias de la Organización Mundial del Comercio (OMC) falló, en el año 2002, en contra de Estados Unidos y reclamó la eliminación de la controvertida Sección 211, al considerarla contraria a los principios establecidos en los Acuerdos de Propiedad Intelectual Vinculados con el Comercio.
Sucesivas administraciones norteamericanas han ignorado no solo el dictamen de la OMC, sino también la solicitud de asociaciones y gremios de la industria y el comercio, los cuales han abogado por la derogación de la Sección 211 y evitar así una potencial guerra de marcas entre Cuba y Estados Unidos, añade Granma.
Adoptada el 21 de octubre de 1998, la Sección 211 de la Ley Ómnibus de Asignaciones para el año 1999, incluyó de forma subrepticia y con el desconocimiento de la mayoría de los legisladores esta norma.
Ella impide que titulares cubanos y sucesores en interés de nacionales cubanos, puedan contar con el reconocimiento y disfrute en territorio estadounidense de sus derechos sobre marcas o nombres comerciales.
Esa aberración jurídica constituyó el argumento legal en virtud del cual los órganos judiciales y administrativos estadounidenses han negado desde entonces la renovación del registro de la marca Havana Club, precisa.
La complicidad del gobierno estadounidense llega al punto de poner en riesgo la protección de alrededor de seis mil marcas de empresas de su país registradas en Cuba por el solo hecho de satisfacer los intereses de un grupo minúsculo de políticos y empresarios, nucleados todos alrededor de la compañía Bacardí, concluye Granma.
Luego de dos décadas de litigio, la Corte Suprema de EEUU. ha cerrado las oportunidades jurídicas que permitían a la empresa cubana Cubaexport defender la propiedad de la marca Havana Club en territorio de ese país contra las pretensiones de Bacardí.
Durante este proceso, el Departamento de Estado instruyó a la Oficina para el Control de Activos Extranjeros (OFAC) que no emitiera la licencia para renovar el registro de la marca Havana Club, argumentando que no estaría en correspondencia con la política de su gobierno hacia Cuba, refiere hoy Granma.
El bloqueo es el principio fundamental de la actuación estadounidense, no importa siquiera que esa estrategia choque con los intereses comerciales y económicos legítimos de compañías y empresarios del país norteño, y con las libertades y derechos que otorga a sus ciudadanos la Constitución, observa el diario.
La decisión de la Corte Suprema de no examinar este asunto, abre el camino para que se despoje definitivamente a la compañía cubana del derecho de mantener la titularidad de una marca registrada desde hace más de 30 años en Estados Unidos, denuncia.
Con esta decisión –señala- concluye una infamia que se venía gestando desde hace más de 20 años, dado que Bacardí nunca producirá un ron genuinamente cubano ni por su calidad ni su origen.
Este órgano recuerda que desde 1995, las empresas Cubaexport, Cuba Ron y la compañía francesa Pernod Ricard, distribuidora internacional del ron Havana Club, batallaron por mantener el registro de la reconocida marca ante la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos.
A su vez, el Órgano de Solución de Diferencias de la Organización Mundial del Comercio (OMC) falló, en el año 2002, en contra de Estados Unidos y reclamó la eliminación de la controvertida Sección 211, al considerarla contraria a los principios establecidos en los Acuerdos de Propiedad Intelectual Vinculados con el Comercio.
Sucesivas administraciones norteamericanas han ignorado no solo el dictamen de la OMC, sino también la solicitud de asociaciones y gremios de la industria y el comercio, los cuales han abogado por la derogación de la Sección 211 y evitar así una potencial guerra de marcas entre Cuba y Estados Unidos, añade Granma.
Adoptada el 21 de octubre de 1998, la Sección 211 de la Ley Ómnibus de Asignaciones para el año 1999, incluyó de forma subrepticia y con el desconocimiento de la mayoría de los legisladores esta norma.
Ella impide que titulares cubanos y sucesores en interés de nacionales cubanos, puedan contar con el reconocimiento y disfrute en territorio estadounidense de sus derechos sobre marcas o nombres comerciales.
Esa aberración jurídica constituyó el argumento legal en virtud del cual los órganos judiciales y administrativos estadounidenses han negado desde entonces la renovación del registro de la marca Havana Club, precisa.
La complicidad del gobierno estadounidense llega al punto de poner en riesgo la protección de alrededor de seis mil marcas de empresas de su país registradas en Cuba por el solo hecho de satisfacer los intereses de un grupo minúsculo de políticos y empresarios, nucleados todos alrededor de la compañía Bacardí, concluye Granma.
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