Plaza de la revolución

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viernes, 6 de abril de 2012

El Día Mundial de la Salud por un envejecimiento saludable

Por Isabel Zaldívar Diéguez

El 7 de abril se celebra el Día Mundial de la Salud, dedicado esta vez al envejecimiento saludable, teniendo en cuenta que en el mundo el número de personas de 60 años y más se ha incrementado muy rápido.

En el 2010 se ratificó la tendencia a un envejecimiento creciente en el archipiélago cubano, y los especialistas estiman que dentro de dos décadas un 30% de los habitantes sobrepasarán los 60 años. La Oficina Nacional de Estadísticas informó que más de dos de los 11,2 millones de cubanos se encuentran en la tercera edad, lo que demuestra el envejecimiento de la población.

Actualmente Cuba tiene 1 551 ancianos centenarios, de ellos 151 son de Santiago de Cuba. Conocí a dos de ellos  que viven en el centro de la ciudad cabecera: José Castellanos, con 104 años y Josefa Estrada, quien recién llegó al siglo. El haber trabajado mucho en faenas duras e inestables y emigrar de intrincados parajes campesinos, son elementos comunes en los dos. Se agregan la alegría de "estar vivos y con salud" y su gusto por las fiestas.

Conversar con José fue para mí muy reconfortante, tiene el don de hablar en rima, es un repentista nato. No hubo interrogante mía que no fuera contestada con una décima y hasta con música, entre risas. De su juventud en el barrio de San Leandro, de Palma Soriano, recuerda las fiestas, su guitarra y los muchos secretos de mujeres que le pertenecieron. A su decir, "se enamoró de una trigueña y se casó con una blanca, y siendo la tierra buena, la misma yuca se arranca". No vale contar los hijos, nietos, tataranietos…porque "esa sería una historia muy larga". Actualmente ve mucha televisión, porque la magia de una operación de cataratas le devolvió la vista". 
 
Laguna Blanca es hoy un gran plan Viandero de la provincia ubicado en el municipio de Contramaestre. De allí, del barrio de Altagracia, salió Josefa para la ciudad de Santiago de Cuba, ya entrada en años. Si bien me refirió los tantos trabajos y cantidades de lavados y planchados de "ropa ajena", no puede dejar de sonreír con picardía al recordar "las farras de hasta una semana en el barrio". Cuenta que comenzaba la alegría en una casa del vecindario y los días y las noches se unían con ella y sus hijas cantando, tocando su tambor y bailando, que es lo que más le gusta. Agrega que  el festejo se iba corriendo de casa en casa hasta que llegaba a la de ella, que era la última. El momento más reciente que no olvidará nunca, fue la celebración de sus cien años, una sorpresa que le dio su larga familia de siete hijos, "con hijos y más hijos". Sin embargo recuerda con amargura una traición de su esposo que le dejó como secuela  "no creer nunca en ningún hombre, porque bailar y gozar con respeto no hiere a nadie".



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