Por Bárbara Deás Trobajo
Santiago de Cuba, 12 feb.— Cuando el 25 de octubre del 2012 el Huracán Sandy a su paso por Santiago de Cuba destruyó la infraestructura económica y social del territorio, los servicios médicos no escaparon de daños. Una comprometida situación epidemiológica transformó en aquel entonces las condiciones sanitarias de la provincia.
Autoridades de la salud en el territorio y personal médico y paramédico respondieron ante tal situación en pos de evitar riesgos ambientales y para la salud de la población.
Después de este desbastador huracán la red de hospitales clínicos quirúrgicos, pediátricos, consultorios y centros de atención primaria en las comunidades se mostraban con alguna que otra destrucción.
Ya en la actualidad paulatinamente muchos recobran su imagen, los servicios se reaniman y las acciones constructivas son evidentes.
Se perciben cambios en el mobiliario, trabajos de carpintería albañilería, electricidad, en las redes hidráulicas y muchos servicios se rehabilitan para mayor confort destinado a pacientes y familiares.
El desempeño del sector en la atención primaria, se fortalece sobre todo el programa del Médico y la Enfermera de la Familia con el fin de hacer más inmediato un diagnostico.
La esperanza de vida creció y la mortalidad infantil vuelve a situarse en niveles bajos por cada mil nacidos vivos, aunque se intensifican las acciones por mejorar resultados de supervivencia y ganar en la eficiencia y sostenibilidad de los servicios.
En mi opinión todos estos logros, evidencia que es posible y todavía existen reservas para lograr una mayor calidad en los servicios médicos, si se utilizan racionalmente los recursos humanos y tecnológicos.
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