
DISCURSO
DEL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE CUBA, BRUNO RODRIGUEZ PARRILLA
BAJO EL TEMA 40, TITULADO “NECESIDAD DE PONER FIN AL BLOQUEO ECONÓMICO,
COMERCIAL Y FINANCIERO IMPUESTO POR LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
CONTRA CUBA”,
DEL SEXAGÉSIMO NOVENO PERIODO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU. NUEVA YORK, 28 DE OCTUBRE DE 2014.
Señor Presidente:
Distinguidos Representantes Permanentes:
Señores Delegados:
La
Asamblea General de las Naciones Unidas considera hoy por vigésima
tercera ocasión este tema tan importante para la comunidad mundial
porque atañe al Derecho Internacional que protege a los Estados grandes y
pequeños, ricos y pobres y es la garantía de la independencia de todos,
así como al ejercicio de la soberanía nacional que es la base de la
igualdad soberana.
También tiene una relación directa con el disfrute de los derechos humanos por todas las personas y por todos los pueblos.
Este
asunto concierne a la libertad de comercio y navegación que protege
los intereses de los Estados, las compañías y los ciudadanos.
Sin
embargo, nos reunimos en una coyuntura internacional muy peculiar
caracterizada por graves amenazas a la paz y seguridad internacionales,
guerras atroces y actos terroristas de extraordinaria crueldad, por el
peligro que significa la existencia de enormes arsenales nucleares, por
los insólitos gastos en armamentos, inútiles para resolver ninguno de
los grandes problemas de la población mundial que rápidamente se acerca a
los 8 mil millones.
Es un momento crucial en el impacto del
cambio climático que, entre otras circunstancias catastróficas, puede
provocar inéditas hambrunas, pobreza extrema generalizada en regiones
enteras y masivas oleadas migratorias.
Vivimos en una época
marcada por la crisis global sistémica y la superposición de sus
componentes económico, alimentario, energético e hídrico.
Junto a
la pobreza, que cobra más vidas que la guerra, aumenta el riesgo de
graves enfermedades como la del ébola, que si no se detiene y resuelve
en las hermanas naciones afectadas de África Occidental, con la
cooperación urgente y eficaz de todos, podría convertirse en una de las
peores pandemias de la historia.
Como declaró recientemente el
presidente Raúl Castro Ruz, “ese noble y urgente objetivo reclama el
esfuerzo y el compromiso indispensables de todas las naciones del mundo,
según las posibilidades de cada una. Consideramos que debe evitarse
cualquier politización de este grave problema que nos desvíe del
objetivo fundamental, que es la ayuda en el enfrentamiento a esta
epidemia en África y en la prevención en otras regiones”.
Se
trata de un conjunto sin precedentes de problemas nuevos y viejos que
tienden a hacer insostenible la vida humana. Ninguno de ellos puede
resolverse si no cambia nuestra actitud, nuestra manera de encarar y
transformar la realidad, para cooperar genuinamente en aras de la
supervivencia de la Humanidad.
Como escribió en días recientes el
compañero Fidel Castro, “cualquier persona consciente sabe que las
decisiones políticas que entrañan riesgos para el personal, altamente
calificado, implican un alto nivel de responsabilidad por parte de
quienes los exhortan a cumplir una peligrosa tarea. Es incluso más duro
todavía que la de enviar soldados a
combatir e incluso morir por una causa política justa, quienes también lo hicieron siempre como un deber.
“El
personal médico que marcha a cualquier punto para salvar vidas, aun a
riesgo de perder la suya, es el mayor ejemplo de solidaridad que puede
ofrecer el ser humano…”
Señor Presidente:
Es un hecho que,
en el último período se ha recrudecido el bloqueo económico, comercial y
financiero de los Estados Unidos contra Cuba y también, que se ha
intensificado su aplicación extraterritorial en todas las regiones,
especialmente mediante la imposición de enormes e insólitas multas por
11 mil millones de dólares contra 38 bancos, como el francés BNP
Paribás, que realizan transacciones con Cuba y otros países.
Los
daños económicos acumulados, enormes para una economía pequeña, alcanzan
1 billón 112 mil 534 millones de dólares, calculados al valor del oro,
el cual está siendo manipulado por los creadores del nefasto sistema
monetario imperante que sufre ya los efectos de una crisis insuperable
que golpea a los países más pobres.
Los daños humanos del bloqueo
crecen. Son ya el 77% de los cubanos los que nacieron bajo estas
circunstancias. El sufrimiento de nuestras familias no puede
contabilizarse. Son muchas las convenciones internacionales que lo
prohíben, incluida la de Ginebra de 1948 contra el genocidio. Se afecta
el ejercicio de los derechos humanos de un pueblo entero. Se obstaculiza
seriamente el desarrollo económico del país.
Aunque nuestros
sistemas de atención social y salud logran impedir las pérdidas de
vidas, ninguna persona honesta, en el mundo ni en los Estados Unidos,
podría apoyar sus devastadoras consecuencias.
Pese a todo,
nuestra cultura nacional, la educación y la garantía de derechos e
iguales oportunidades nos permiten ser una sociedad instruida y
solidaria.
Señor Presidente:
A ambos lados del Estrecho de la Florida, los pueblos de Estados Unidos y Cuba han tenido siempre profundos vínculos.
A
pesar de las sistemáticas campañas de mentiras, contra nuestro país, a
lo largo de medio siglo, el pueblo estadounidense apoyó la devolución a
su familia del niño cubano secuestrado en 1999.
Cuba ofreció
toda la ayuda a su alcance, desde las primeras horas, ante los terribles
actos terroristas del 11 de septiembre del 2001, cuando miles de
aviones no tenían dónde aterrizar y luego para paliar la falta de
antibióticos cuando se produjeron ataques con ántrax en los Estados
Unidos.
Sinceramente preocupados por los daños que estaba
provocando el huracán Katrina, en 2005, ofrecimos cooperación médica al
pueblo de Nueva Orleans y de allí, surgió el Contingente Médico
Especializado en Desastres y Epidemias Henry Reeve, un heroico joven
norteamericano que luchó en el siglo XIX por la independencia de Cuba,
el cual está ahora desplegado en Sierra Leona, Liberia y Guinea. Su
prestigioso nombre identificó aquel destacamento que en el 2005 asistió a
Paquistán a raíz del terremoto, y
continuó una fructífera
cooperación con los médicos militares estadounidenses, iniciada en El
Salvador después del sismo de 2001 y en Guatemala, en los años 2002 y
2003 durante el tratamiento de la oncocercosis o “ceguera de los ríos”.
En el 2010, a raíz del sismo en Haití, Estados Unidos y Cuba cooperaron igualmente a favor de esa sufrida nación.
El
Gobierno cubano, invariablemente, compartió con el de Estados Unidos
informaciones sobre planes de actos terroristas o atentados dirigidos
contra este.
Pese a las viejas tensiones y los intentos de
extremistas violentos y grupos terroristas de provocarla, no ha habido
una guerra, ni han muerto jóvenes norteamericanos en Cuba. Aunque se le
ha calumniado, Cuba jamás ha sido una amenaza para la seguridad nacional
de los Estados Unidos.
No hay hostilidad entre nuestros pueblos.
Cuba acoge hospitalariamente a los pocos norteamericanos a los que su
gobierno permite visitarla o que asumen los riesgos legales de hacerlo, y
a quienes vienen a brindarnos ayuda humanitaria, como los “Pastores por
la Paz” o a estudiar medicina en nuestro país.
Son conocidos los
sondeos de opinión que muestran el apoyo creciente y mayoritario de
absolutamente todos los sectores de la sociedad norteamericana al
levantamiento del bloqueo y a la normalización de las relaciones
bilaterales. Es particularmente notorio que ello ocurre aun más
marcadamente en la Florida, donde también lo confirma la tendencia del
voto electoral en las últimas elecciones presidenciales.
Figuras
políticas de las más diversas tendencias y académicos relevantes
reconocen que esta política ha fracasado en sus propósitos y no responde
a los intereses nacionales de esa potencia. Basta leer los editoriales
del New York Times de las últimas semanas.
Líderes religiosos plantean legítimas e inobjetables razones éticas y humanitarias para pedir el cambio.
Los
norteamericanos reclaman la libertad de viajar al único lugar del
planeta al que se les prohíbe hacerlo y el derecho a recibir información
directa y personal de la realidad cubana.
Organizaciones empresariales y hombres
de negocios consideran que el bloqueo perjudica sus intereses
económicos. La mayoría de la opinión pública se opone a mantener el
rumbo actual y lo expresa de forma cada vez más crítica.
La
emigración cubana, ha sufrido medidas discriminatorias y numerosos
obstáculos a la reunificación familiar, los viajes en ambas
direcciones, los costos excesivos que se le imponen, la manipulación
política e incluso, violencia terrorista, y desea mayoritariamente paz y
bienestar para sus familias y su pueblo y vínculos normales con su
nación de origen.
¿Por qué alentar el uso ilegal de las
tecnologías de la información en vez de autorizar negocios en materia de
telecomunicaciones mutuamente provechosos? ¿Por qué impedir la conexión
de Cuba a los cables submarinos cercanos lo que limita y dificulta
nuestra conectividad?
El bloqueo daña a Cuba pero daña también a los Estados Unidos.
La
absurda y ridícula inclusión de Cuba en la lista de Estados
patrocinadores del terrorismo internacional, que sirve para justificar
sanciones financieras adicionales, desprestigia a los Estados Unidos.
Los
16 años de injusta y fraudulenta prisión impuesta a los tres luchadores
antiterroristas cubanos no los han debilitado. Por el contrario, los
han convertido en héroes y ejemplo para las futuras generaciones de
cubanos y motivo de orgullo para los que con sus sacrificios, forjaron
el camino de la nueva Cuba.
La decisión de eliminar el bloqueo
sería bienvenida a escala mundial y resultaría una influencia unitaria, a
favor de la paz y la solución pacífica de los conflictos y las
diferencias.
Después de las medidas limitadas pero positivas del
2009 y 2011 sobre las visitas familiares, las remesas de los cubanos
asentados en su territorio y los viajes de determinadas categorías de
ciudadanos estadounidenses para intercambios de diversa índole, se ha
ampliado a otros temas el diálogo a nivel técnico y se ha incrementado
la cooperación en áreas como el enfrentamiento al narcotráfico, al
delito trasnacional, al tráfico de personas, en la prevención de
derrames de petróleo, en la búsqueda y salvamento de personas, en la
seguridad aérea y de la aviación o ante hechos específicos.
La reacción de la sociedad norteamericana e internacional a estos modestos progresos ha sido de apoyo y aliento.
El
Presidente Barack Obama tiene todas las prerrogativas constitucionales,
sin ir al Congreso, para modificar aspectos determinantes del bloqueo e
introducir una dinámica nueva y decisiva en la relación bilateral.
Señor Presidente:
Invitamos
al gobierno de los Estados Unidos a una relación mutuamente respetuosa,
sobre bases recíprocas, basada en la igualdad soberana, los principios
del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas.
Podemos
intentar encontrar solución a las diferencias, mediante el diálogo
respetuoso y la cooperación en aspectos de común interés. Podemos vivir y
relacionarnos, de forma civilizada, dentro de nuestras diferencias.
Cuba
nunca renunciará a su soberanía ni al camino libremente escogido por su
pueblo para construir un socialismo más justo y eficiente, próspero y
sostenible. Tampoco desistirá en la búsqueda de un orden internacional
distinto ni dejará de luchar por “el equilibrio del mundo”.
Señor Presidente:
Distinguidos Representantes Permanentes:
Señores Delegados:
Debo
pedirles en esta difícil y especial coyuntura internacional, votar a
favor del proyecto de Resolución A/69/L.4 titulado “Necesidad de poner
fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los
Estados Unidos de América contra Cuba”, para apoyar la idea de que los
graves problemas de este momento plantean a la Humanidad el imperativo
de cambiar nuestra forma de relacionarnos para poder resolverlos, para
preservar la paz, para preservar la vida humana.
Muchas gracias.