Plaza de la revolución

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lunes, 3 de diciembre de 2018

Mandaron los de abajo

Por José Raúl Castillo Argüelles

Santiago de Cuba, 3 dic.— Cachorros, Leones y Tigres marcaron pauta en la jornada dominical de la 58 Serie Nacional de Béisbol al apuntarse sendas victorias sobre su respectivos rivales y protagonizaron así una revuelta de los de abajo en medio de un calendario que avanza inexorablemente y pone creciente presión a los conjuntos que están fuera de la zona de play-off.

Los Cachorros de Holguín volvieron a hacer de las suyas e inclinaron la balanza a su favor ante los Azucareros de Villa Clara en juego que finalizó con estrecha diferencia de 5 carreras por 4 y que tuvo su punto de viraje en la parte baja de la séptima entrada cuando los locales lograron empate y ventaja definitiva por oportunos remolques de Yordan Manduley y Geidy Soler.

La ofensiva holguinera sumó una docena de jits y fue liderada por Maykel Cáceres quien disparó de 5-3 y se reafirmó a la cabeza de los bateadores con astronómico promedio de .403.

El juego lo ganó el abridor Yosimar Cousín (3-3) a quien le pegaron seis imparables y le marcaron cuatro limpias en siete entradas de actuación. Rafael Sánchez sustituyó a Rubén Rodríguez (enfrentó a un bateador y le concedió un boleto) y se apuntó salvamento (4) con trabajo de dos entradas, tres jits y par de argollas. La derrota la sufrió de relevo el zurdo Robelio Carrillo.

Holguín sigue mostrando una sensible recuperación en su juego y lleva ocho triunfos en sus ultimas diez salidas pero aún así sus posibilidades de clasificación son difíciles pues está a cinco juegos del equipo que ocupa el cuarto lugar, Ciego de Ávila, y apenas van quedando dieciséis encuentros para el cierre de la segunda fase.

La zancadilla sufrida por los Azucareros de Eduardo Paret les impidió ganar terreno ante el tropiezo de los líderes de Las Tunas que a su vez fueron fulminados por los Leones de Industriales con abultada diferencia de 10 anotaciones por 1.

Ganó Erlis Casanova (3-3) y pérdió Yudier Rodríguez (7-6).

La ofensiva capitalina disparó trece cohetes, entre ellos bambinazo de Stayler Hernández; castigo que asimilaron los tres lanzadores utilizados por Pablo Civil, fueron ellos: Yudier Rodríguez, Yordey Fuentes y Rodolfo Díaz.

El buen trabajo de Casanova (siete entradas, solo tres jits) tuvo como complemento el cierre realizado por Elder Nodal (dos entradas, un jit, una carrera limpia).

Dennis Laza y Alexander Malleta remolcaron cuatro carreras repartidas a partes iguales y resultaron los más productivos con el madero.

Industriales, pese a alivio de sus dos triunfos ante los Leñadores, todavía están separados a cuatro juegos de la frontera de la clasificación.

Por su parte los Tigres de Roger Machado le asestaron el segundo zarpazo a los Gallos de José Raúl Delgado, en esta oportunidad con saldo de 6 carreras por 2 guiados por el dominante trabajo del estelar refuerzo Lázaro Blanco (5-0) quien cubrió toda la ruta y redujo el gasto de los rivales a coho imparables y dos carreras limpias, una de ellas por estacazo de Fréderich Cepeda.

El juego lo perdió de relevo Yoanni Hernández (1-1), cuyo desempeño abarcó dos entradas y dos tercios con balance de cinco jits y tres carreras limpias.

El juego lo abrió Humberto Delgado pero solo aguantó una entrada pues en el segundo fue reemplazado tras un boleto concedido y sin sacar outs. Delgado cargó con par de jits y dos carreras inmaculadas, la primera de ellas por cuadrangular de Orlando Lavandera en el mismo capítulo de apertura.

Los avileños dispararon trece jits y el más activo en esa casilla fue Raúl González al conseguir de 4-3.

También botó la pelota por el bando de los rayados Alfredo Fadraga.

Posiciones: Las Tunas 27-17 / Villa Clara y Sancti Spíritus 24-20 / Ciego de Ávila 22-22 / Industriales 18-26 / Holguín 17-27.

Recuerdan cortejo fúnebre de Fidel Castro en el segundo aniversario de su muerte

Por Claudia González Catalán

Santiago de Cuba, 3 dic.— Santiago de Cuba podría definirse desde el Parque Céspedes, el Cuartel Moncada, la Plaza de la Revolución o el Cementerio Santa Ifigenia. Son sitios que hablan de la monumentalidad de la urbe.

Sin embargo, todos estos espacios fueron pequeños para acoger a la multitud que ofreció homenaje póstumo al Líder de la Revolución en 2016; cuando toda la ciudad se volvió un clamor multitudinario: “Yo soy Fidel, Yo soy Fidel…”

Ocho días demoró la caravana en recorrer toda Cuba hasta su entrada triunfal en Santiago. Era mediodía cuando regresó el Comandante invicto, guiando su caravana hacia la eternidad.

El primer alto en la Ciudad Héroe fue bautizado por una llovizna imperceptible, en el mismo sitio donde proclamara la Revolución en 1959 y donde también agradeció la victoria, tantas veces legitimada. Entonces el cortejo fúnebre recorrió las calles y se hizo pueblo.

La Plaza de la Revolución ofreció como lecho nocturno la llama eterna inspirada en Baraguá. Entre el dolor y la gratitud, la vigilia apenas alcanzó para recordar sus anécdotas de joven intrépido y sensible.

El 4 de diciembre, amaneció con la elocuente certeza del verbo esculpido sobre el mármol. En el cementerio Santa Ifigenia una melodía acompañó la solemnidad del momento. Por primera vez se escuchaba la cantata “Eterno Fidel” en el camposanto santiaguero.

No hubo quien no se conmoviera con aquellos acordes, escogidos entre el lirismo y la estridencia para evocar al guerrero invicto, al amigo entrañable y al hombre magnánimo.

A dos años de su partida, todos lo saben habitando el monolito que lo abraza, pero su legado se percibe omnipresente en el pueblo. El recuerdo de aquellos nueve días quedó inmortalizado en las fotografías, el bronce o la música. Como cada diciembre, una proclama trasciende desde esta melodía: “Siempre estará vivo, Fidel”.

Servir a cambio de nada

Por Caridad Franco Vega

Santiago de Cuba, 3 dic.— Servir al prójimo a cambio de nada es el fin que dan a sus vidas quienes por vocación, que nace y se cultiva, curan los dolores del cuerpo y hasta del alma. No importa el quién, el dónde o el cuándo.

Ser útiles y restaurar la salud de los enfermos es la primera de sus preocupaciones. Desempeñar la profesión con dignidad y conciencia significa que nada se interponga ni consideraciones de religión, raza o clase, así asumen el compromiso de actuar siempre en beneficio del ser humano.

Ser médico es más que una facultad que se aprende o un deber que se cumple, es una actitud ante la vida. Es aprender y luego enseñar medicina al pie del que sufre. Ser médico es entrega, pasión, altruismo.

Honrar a estos hombres y mujeres  en la cotidianidad es tan solo gratitud infinita a quienes ponen toda su sabiduría, esfuerzos, afanes y desvelos al servicio de la salud y de la vida.

María Nava, historia-leyenda de la primera mujer médico en Santiago de Cuba


Por Maria Elena López Jiménez

Santiago de Cuba, 3 dic.— Aunque fue la primera médico municipal de la ciudad, la historia de María Nava creció entre mitos y leyendas por su popularidad en el tiempo de la colonia.

Después de la fundación de la villa, en 1515, sus primeros vecinos cuando enfermaban, se curaban con plantas medicinales, pócimas y otros remedios caseros que generalmente preparaban los aborígenes y después, sus descendientes así como escasos personajes que llegaron del viejo continente a ejercer esa práctica, ya que la “gente de abolengo” o con ciertas posibilidades económicas no se dedicaban a tal oficio; quienes obraban en esa condición los nombraban “curanderos”. En esa época las dolencias arrasaban como los males parasitarios, las diarreas y las fiebres.

En el tratado “Aproximación a la historia de la medicina en Cuba”, se da a conocer que la persona que inició el arte de curar legalmente fue un valenciano Domingo de Alpartill, quien murió en la ciudad sur oriental en 1525. Luego, sólo 55 individuos procedentes de España y de otros países, se desempeñaron de forma pública hasta principios del siglo XVIII como médicos, cirujanos, flebotomianos y curanderos; entre ellos, se inscribieron en la historia, el barbero-cirujano Juan Gómez, el primero en hacer esa tarea en la villa de San Cristóbal de La Habana y la india Mariana Nava, curandera que obtuvo la autorización en Santiago de Cuba con 4000 habitantes, localidad que subsistió un período sin médicos ni cirujanos.

La medicina de los aborígenes la realizaban los behiques, sus sacerdotes-médicos, poderosos personajes, aborrecidos y calumniados por misioneros y colonizadores, quienes los veían como impedimentos para la explotación sin límites a que era sometida la población indígena de la isla.

Según el historiador santiaguero Raúl Ibarra Albuerne, a principios del siglo XVII, el gobernador Don Juan de Villaverde y Uzeta, capitán de los Reales Ejércitos de España, siempre padecía de “calenturas” y “males intestinales”. En la crónica santiaguera se escribe que en una de esas enfermedades, se le recomendó buscar a una aborigen vieja que hacía curaciones muy acertadas; su excelencia sanó rápidamente y como recompensa de tan buen servicio ordenó al ayuntamiento que Mariana Nava oficiase como médico con el sueldo de 50 ducados mensuales, fuera de la gratificación que le diera el paciente pero obligada la curandera a no salir bajo ningún concepto de la ciudad.

Textualmente en los libros del Cabildo en su sesión del 3 de noviembre de 1609 se acordó que “a virtud de no haber médicos ni cirujanos latinos en esta ciudad y existiendo una mujer honrada llamada María de Nava que sabía hacer buenas curas de diversas enfermedades, ejerza el destino de médico con el sueldo de 50 ducados y para obtenerlos se haga un repartimiento entre todos los vecinos.”

Demostrado está que fue Maria o Mariana de Nava, se ganó el título de primera médico municipal de Santiago de Cuba y su fama se extendió a otros lugares ya que en el Diccionario Biográfico de Calcagno en la edición de 1878 quedó la siguiente descripción: “De raza india, famosa curandera, llamada por algunos La Bruja”. Y Concluye este catálogo que corría un dicho en la región oriental cubana, “más sabiondo que la Nava”, cuando se quería enfatizar la sapiencia de cualquier habitante de la ciudad de Diego Velázquez.