
Por Coral Vázque Peña
Santiago
de Cuba, 13 may.— Nunca pensó que sus obras se convertirían en íconos
internacionales, que inspirarían otras similares en países tan distantes
de Cuba, como lo es Argentina, y que regalaría una de las imágenes más
reconocidas mundialmente del emblemático guerrillero heroico Ernesto Che
Guevara.
Imposible resulta hablar de la historia
de las esculturas monumentales de grandes dimensiones en América Latina
sin mencionar el nombre de Enrique Ávila, un cubano nacido en el año
1952, en la oriental provincia de Holguín, que decidió fundir el acero y
la luz, y crear obras de arte que seducen la vista de quienes las ven y
perpetúan en la memoria los próceres de Cuba.
A él se deben los relieves escultóricos
emplazados en la Plaza de la Revolución, en Ciudad de La Habana, del Che
y Camilo, y más reciente la figura de Juan Almeida, en el Teatro
Heredia, en Santiago de Cuba, segunda urbe de importancia de la nación
caribeña.
Periodista: Como artista, ¿qué trata de reflejar en sus retratos escultóricos?
Enrique:
En el caso de los retratos escultóricos de Camilo Cienfuegos y de Juan
Almeida Bosque, el último que realicé, traté de captar la sensación que
transmitían sus sonrisas. En ambos es un gesto único, muy expresivo y
sincero. Todo el que los llegaba a conocer, percibía la nobleza que
brotaba de ellos a través de la sonrisa.
Sin embargo, tratar de capturar ese
detalle de la personalidad, con una línea tridimensional de acero, es
muy difícil. Por eso necesariamente tengo que apoyarme en otras partes
del rostro como son los ojos.
En el caso de Almeida, por
ejemplo, en la obra que está en la Plaza de la Revolución Mayor General
Antonio Maceo, en Santiago de Cuba, empleé dos retratos, uno para los
ojos donde él se reía, y otra para los labios, donde estaba serio.
Igualmente sucedió con la figura de Camilo, la que está emplazada en
Ciudad de La Habana.
Periodista: Enrique ya que
hablamos de Juan Almeida y la frase que acompaña el retrato, “AQuí no
se rinde nadie”, ¿Por qué se decidió utilizar la letra “Q” en mayúscula?
Enrique:
Hay una anécdota relacionada con esta decisión y que muchos desconocen.
El propio Ché cuenta en sus textos que en una ocasión lo hieren en
combate, en una de las primeras acciones militares en la que participó, y
él mismo relató que se le nublaba y oscurecía la visión, a lo que
Almeida, al percatarse, lo agarró y le dijo: “vamos chico que lo que
tienes es un rasguño, levántate y vamos”.
Ese es el sentido del
texto “Aquí no se rinde nadie”, que tiene un gran significado en la
historia nacional, y por eso se decidió acompañar la pieza en relieve
escultórico con la enigmática frase.
La frase es una copia fiel a
la caligrafía del Comandante de la Revolución, y la letra “Q” está en
mayúscula porque él siempre la escribía así. Estudié un gran número de
documentos y escritos originales, buscando la letra Q que era la que
necesitaba.
Por ejemplo, la palabra “aquí” la encontré en un
poema y “rinde” en un parte escrito por él a Fidel Castro, y así
sucesivamente las fui hallando todas hasta conformar el texto del
relieve escultórico.
A mí no me gustaba cómo se veía la “Q” en
combinación con las demás letras. Lo conversé con un asistente de Juan
Almeida y me aseguró que él era y escribía así. Al final, viéndola en la
escultura, se ve más artística escrita en mayúscula, se sale de lo
corriente, y forma parte de su personalidad y forma de ser.
Es recurrente en su obra el uso de los relieves escultóricos para captar la personalidad y el empleo de frases.
Camilo,
Che y Almeida legaron a la historia nacional su ejemplo pero también
varias frases que constituyen muestras importantes de su carácter y
forman parte del patrimonio y la idiosincrasia del cubano.
En el
caso de Che, se acompaña de un texto que le ha dado la vuelta al mundo y
que es “Hasta la victoria siempre”, quizás uno de los más famosos
pronunciados por él. Al lado Camilo no podía faltar “Vas bien Fidel”,
como una representación simbólica de la repuesta del Héroe de Yaguajay
ante la pregunta de Fidel Castro, pronunciada el 8 de enero de 1959, en
el campamento de Columbia. En cuanto a Juan Almeida, no podía ser otra
que “Aquí no se rinde nadie”.
Periodista: Ávila
el uso de la luz es recurrente en su obra. ¿Por qué decidió usar el
color naranja en todos sus relieves escultóricos de la Plaza de la
Revolución José Martí, y en el de Almeida?
Enrique:
Si miras el fuego, se compone de colores cálidos, entre ellos el
naranja, el amarillo y el rojo, y en este caso, al igual que sucede con
las figuras de Camilo y el Ché, siento que es el apropiado para expresar
esa valentía y coraje característicos de Juan Almeida.
No se me
ocurriría emplear, por ejemplo, una luz blanca. Si fuera el Héroe
Nacional, José Martí, podría emplear ese color, por el pensamiento y el
contenido que representa el Apóstol, que era un gran intelectual y
pensador, no un hombre de combate, aunque murió en uno.
Almeida,
Camilo y Che están más asociados a la guerra, sí trascendieron por sus
grandes hazañas, en las que fueron heridos en varias ocasiones. Además,
decidí emplear la tecnología LED, aportada por la marca Philip, cuyo
gasto total llevado a la escala de la electricidad que se emplea en un
hogar, no supera el consumo de una plancha eléctrica. También ofrece una
iluminación muy pareja.
Periodista: ¿Qué siente
Enrique Ávila al regalar a los santiagueros una imagen de Juan Almeida
Bosque, con una fuerza simbólica tan singular?
Enrique:
Siempre admiré a Juan Almeida Bosque, el trabajo que hizo por las
provincias del oriente del país y especialmente por Santiago de Cuba,
territorio donde se percibe que se le recuerda con muchísimo cariño.
Yo
pienso que de la misma forma que Plaza de la Revolución de Ciudad de La
Habana, donde está José Martí, necesitaba la presencia de Camilo y el
Che, este sitio en Santiago de Cuba requería una imagen del Comandante
de la Revolución Juan Almeida Bosque, que representa la historia años
antes de 1959 y después de esa fecha. Almeida es de Cuba, pero
principalmente, de los santiagueros.
Para mí la obra dedicada a
Almeida tuvo un significado especial, porque fue el propio Comandante de
la Revolución el que me ayudó en la realización de la pieza del Che,
entonces te imaginarás que años después realizar otra dedicada a
Almeida, fue de una gran significación…
Periodista: ¿Cómo le gustaría a Enrique Ávila que lo recordaran?
Enrique:
Como lo que soy, una persona sencilla, que le gusta conversar,
relacionarse, escuchar, también me encanta estudiar y siempre hacer
algo, igualmente nunca estoy conforme con lo que hago. Además me
gustaría que me recordaran como artista del pincel, porque pinto, no
solo hago relieves escultóricos.
Periodista: ¿Qué enorgullece a Enrique Ávila cuando mira en retrospectiva su vida y en especial sus obras?
Enrique:
Me gustan las buenas noticias que mis obras pueden inspirar. ¿Un
ejemplo? Hace ya algunos años recibí con alegría la notificación que el
retrato escultórico del Che había inspirado a la presidenta de
Argentina, Cristina Fernández, a emplazar en ese país una pieza similar
dedicada a Eva Perón.
Lamentablemente no pude participar en su
confección, pero sus autores siempre me comentaban los avances en la
realización de la escultura. La propia presidenta argentina me escribió
personalmente una carta muy linda donde expresó su admiración por mi
trabajo.
Eso me enorgullece, que mis relieves motiven esas
expresiones de sinceridad. Igualmente me hace feliz saber que la pieza
del Che se vea a nivel mundial como símbolo de la Revolución Cubana, y
siempre que se use con motivos honestos, no me molesta.
Periodista: ¿De sus obras que existen en casi todo el país cuál es su favorita?
Enrique: Jajajaja… eso es complicado.
El
cubano Enrique Ávila Gonzáles desde que salió de la Escuela de Artes
Plásticas de su ciudad natal, no ha parado de darle luz y dimensión a
los próceres de la historia revolucionaria de Cuba. Por su obra y sus
modos de plasmarla, el poeta Pablo Armando Fernández lo llamó en uno de
sus poemas “el verdadero rostro de la luz”.