Por Yulia González Bazán
Santiago de Cuba, 12 feb.—Amistad entrañable, espíritu revolucionario y lealtad a su gente. Sentimientos que unen y definen a estos dos hombres cuya admiración recíproca se trasluce hoy en la colaboración infinita entre los pueblos de Cuba y Venezuela.
Eternamente jóvenes, soñadores, plenos de fe en el mejoramiento humano, dos gigantes al decir de muchos. Pero a la vez tan humanos, sinceros y llenos de afecto hacia a la gente humilde y necesitada.
Dos líderes universales, que según quiso el destino coincidieron en el tiempo y compartieron sus ideales de libertad y de justicia social, llevando a cabo un proceso de cooperación tan profundo como aleccionador, que hoy sirve de guía a los pueblos de América latina.
Por ello a nadie asombra que fieles a la historia de sus pueblos ambos abrazaran las ideas independentistas de sus antecesores, Martí y Bolívar.
Entonces hoy cuando recordamos a Chávez, el amigo, no podemos hacerlo sin pensar en los infinitos lazos de afecto que lo unieron y lo unirán por siempre a Fidel, que es lo mismo que decir a Cuba.
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