Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 2 abr.— Hace 70 años, el 2 de abril de MIL 948, matones al servicio del mafioso sindicalista Eusebio Mujals, penetraron en la fábrica de tabacos La Corona, en La Habana, e intentaron apoderarse del micrófono del lector de tabaquería lo que fue impedido por los trabajadores encabezados por el secretario general del sindicato, Miguel Fernández Roig.
El esbirro Manuel Campanería a quien Mujal le había entregado el sector tabacalero, disparó tres veces contra Roig, causándole la muerte en presencia de los trabajadores de la fábrica, quienes pusieron en fuga a la docena de matones que intentaron invadir el taller.
Miguel Fernández Roig, de 54 años de edad, hombre humilde y sencillo, militante comunista, luchador contra la dictadura machadista, era uno de los dirigentes del sindicato de torcedores de La Habana y aguerrido conductor de los obreros de ese sector en las distintas batallas por sus reivindicaciones laborales y sociales.
El día antes del asalto a La Corona, seudodirigentes sindicales y pandilleros armados asaltaron el local de la Federación Nacional Tabacalera y del sindicato de torcedores, con el objetivo de apoderarse de la dirección de dichas organizaciones, pero los obreros congregados en el lugar impidieron la maniobra.
Tanto los anteriores como los que atacaron la Fábrica La Corona y asesinaron a Miguel Fernández Roig, eran facinerosos que actuaban fuera de la ley, pero contaban con la aprobación del gobierno y al amparo de legislaciones del Ministerio del Trabajo, lo que respondía a la ofensiva reaccionaria contra la clase obrera internacional desatada por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.
Esa política norteamericana tuvo en Cuba como eficaces colaboradores a los gobiernos de Grau San Martín, entre 1944 y 1948, y de Carlos Prío Socarrás, entre 1949 y 1952, que apoyados por pandilleros, auto titulados dirigentes sindicales, desencadenaron la violencia fascista con el propósito de anular la prestigiosa Confederación de Trabajadores de Cuba y sus sindicatos.
En este mismo año 1948 en que fue asesinado Miguel Fernández Roig, resultó muerto también por un esbirro el líder azucarero Jesús Menéndez en enero, mientras que en octubre caería abatido el líder portuario Aracelio Iglesias.
Como era de esperar en esos tiempos, el gobierno propició la huida al exterior del asesino de Miguel Fernández Roig, pero décadas después, al paso de este por un país de Europa, fue identificado y gracias a la colaboración de las autoridades de esa nación, devuelto a Cuba para responder ante la justicia revolucionaria por su crimen.
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