La Habana, 31 dic.— Cuentan que el 2 de diciembre de 1956 cuando se produjo el desembarco de los expedicionarios del Yate Granma, próximo a Playa Las Coloradas, en Niquero, el dictador Fulgencio Batista se encontraba jugando canasta en casa de Jorge García, Primer Ministro del Gobierno y que entonces comentó, que aquello era una aventura local sin importancia, y que los expedicionarios con Fidel Castro al frente serían liquidados en pocos días.
Exactamente dos años y 29 días después de haber dicho eso, en la noche del 31 de diciembre de 1958, reunido en su residencia del Campamento Militar de Columbia, en La Habana, con un grupito de sus más allegados colaboradores el General Eulogio Cantillo le planteaba al dictador Fulgencio Batista: “Señor Presidente, como jefe de las Fuerzas Armadas consideramos que su renuncia a la primera magistratura de la nación contribuirá a restablecer la paz que tanto necesita el país, apelamos a su patriotismo”
Y el señor Presidente conmocionado tal vez por ese patriotismo le respondió al General Cantillo: “Renuncio forzado por las autoridades eclesiásticas, los hacendados y colonos, por los que se pasan al enemigo, por lo que no han ganado ni una escaramuza frente a los bandidos”
Lo que no se atrevió a decir en ese momento el dictador Batista era que en Oriente ya las tropas al mando de Fidel, Raúl y Almeida, avanzaban hacia Santiago de Cuba para atacar, a lo que era considerado el segundo bastión militar del país y que las tropas del Che Guevara habían penetrado también en la capital de Santa Clara.
Por el contrario, ese mismo 31 de diciembre de 1958, los teletipos de las agencias de noticias divulgaban el parte oficial del ejército batistiano donde se anunciaba que los rebeldes acababan de ser derrotados en Las Villas y huían a la desbandada rumbo a Oriente, donde el dictador se proponía, y así lo anunció a su Consejo de Ministros, asumir el mando de las operaciones contra los guerrilleros para exterminarlos.
Pero todo aquello no fue más que un teatro montado por el dictador Batista y los militares golpistas, encabezados por el General Eulogio Cantillo para que el valiente Presidente pudiera escapar de la justicia revolucionaria tras su derrocamiento. Cabe destacar que días antes el General Cantillo se había entrevistado con Fidel en el central América y se comprometió a no permitir la fuga del tirano por lo cual fue juzgado y encarcelado tras el triunfo de la Revolución.
Cuentan que después de aquel valeroso discurso renuncia del dictador, tomó sus maletas y se marchó en un avión que lo esperaba con los motores listos para volar y se fue hacia la República Dominicana dejando embarcado a la mayoría de aquellos invitados por él a despedir el viejo año y recibir el nuevo.
Podrán ustedes imaginar, que aquellos invitados lo que más valía y brillaba del batistato, salieron de aquel campamento en estampida y cada cual desesperadamente, trató de agenciarse los medios para marcharse del país en avioneta, lanchas, etc., para no quedarse embarcados en la isla y no lo fuera a coger la justicia revolucionaria. Y claro, Miami los recibió con los brazos abiertos.
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