Por María Elena López Jiménez
Santiago de Cuba, 30 dic.— De lo más profundo de nuestra cubanía surgieron Celina y Reutilio, un dúo que marcó pautas en el arte en general no sólo en el punto guajiro.
Celina nació en la localidad de Nueva Luisa, Matanzas y Reutilio en el antiguo central San Antonio de Redó, hoy Manuel Tames, provincia Guantánamo; Santiago de Cuba fue el punto de encuentro en 1943 para el amor y la unión de los dones creativos. Cuentan viejos santiagueros que ella jovencita y a él ya con 22 años se les veían en las calles céntricas de la ciudad, con la guitarra lista del hombre, sombrero de yarey en manos y la voz única femenina para ganarse la vida hasta que ese año debutaron en la emisora de radio CMKR.
Otro grande de la música cubana, Ñico Saquito, los llevó para la Habana en 1948, donde se presentaron en Radio Cadena Suaritos, estación que se destacó por divulgar el acervo de la raíz africana y caribeña, sobre todo, voces inolvidables como Celia Cruz y Mercedita Valdés. Las creencias populares en el dúo habían calado profundamente y es en la capital del país que popularizan los números “A Santa Bárbara” y “Babalú”, preferencias del público hasta hoy convertidos en joyas del patrimonio nacional.
Esas letras fusionaron dos vertientes fuertes en el arte de la isla, hasta ese momento separadas: la música guajira y la afro; en ese entonces se acompañaban con el famoso bongosero Marcelo González, más conocido por “el Blanco”. Cuando los tres interpretaban, el radioyente los confundía con un quinteto o sexteto.
Ya con el éxito rotundo, se escucharon a nivel nacional por RHC Cadena Azul y comenzaron a grabar discos, elevando su repertorio a elegido del público.
El hurgar en el pasado africano hizo del dueto una preferencia y así florecieron piezas inolvidables como “A la reina del mar” y “El hijo de Eleguá”, a la vez que grabaron a diferente autoría como “Me tenían amarrao con P” y “El cuarto de Tula”. La fama los escoltó y el periplo por el extranjero no se hizo esperar. Estados Unidos y República Dominicana donde su música ya se conocía desde las actuaciones en la emisora santiaguera. En la década de 1950, el cine y la televisión los acogió y la tonada guajira cubana se realza por todo el Caribe y América Latina.
“Yo soy el punto cubano”, escrita en ese tiempo los hace legendario y símbolo de nuestro país. Celina gana el nombre de ”La Reina de la música guajira”, insuperable todavía hasta la actualidad.
Para 1964 Celina quedó sola; la separación dolió al mundo que admiraba la combinación mágica de la peculiaridad guitarrista y las letras “reutilianas” con la voz estelar única de la guajira por excelencia. Él falleció siete años después en su terruño, el batey del hoy ingenio Manuel Tames; ella le hizo honor en 1980 al formar pareja artística con su hijo Lázaro Reutilio y el grupo musical “Campo Alegre”.
La reina de la música campesina de Cuba se renovó y Colombia la acogió con predilección desde 1984 con un repertorio de sus propios números, ampliado con Ñico Saquito, Miguel Matamoros, Carlos Puebla, Lorenzo y Reinaldo Hierrezuelo (Los Compadres), así como Compay Segundo. En esa nueva etapa Europa la reconoció.
Celina desapareció físicamente en el 2015. Su residencia, una especie de batey a su manera, en la barriada de la Lisa, en Ciudad de La Habana con un universo único donde el recuerdo del viejo Reutilio perduraba como su primer y gran amor.
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