Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 1 abr.— El 15 de marzo de 1878, en la Protesta de Baraguá, a nombre de la revolución cubana, el Mayor General Antonio Maceo Grajales dejó bien claro a España que sin independencia no habría paz en Cuba. Y en correspondencia con esa valiente actitud, en la madrugada del primero de abril de 1895, el Titán de Bronce regresaba a la isla para cumplir la palabra empeñada, desembarcando junto a un grupo de patritas por Playa Duaba, en las cercanías de Baracoa.
Ya para ese momento la tregua de 17 años impuesta por el bochornoso Pacto del Zanjón se había roto en la isla desde el 24 de febrero de 1895, cuando el Grito de Baire anunció a Cuba y al mundo que se reiniciaba la Revolución, esta vez dirigida por el Partido Revolucionario Cubano creado por José Martí, para unificar a todas las fuerzas dispuestas a luchar por le independencia de la Patria.
Ese propio primero de abril, tan solo una horas después del desembarco, el Titán de Bronce y su pequeño grupo de expedicionarios se enfrentaron a una columna española que le perseguía, a la cual derrotó e hizo huir despavoridamente cuando sus soldados escucharon el grito de ¡Aquí está Maceo! ¡Viva Cuba Libre!
A pesar de los esfuerzos hechos por España para impedir el regreso a la isla del Mayor General Antonio Maceo, la noticia de su presencia en Cuba se regó como pólvora y llegó hasta la península, donde el 3 de abril de 1895 el periódico El Imparcial la reseñó.
Ese mismo día el General Arsenio Martínez Campos con unos 20 mil hombres embarcaban rumbo a Cuba, para unirse a las fuerzas coloniales aquí existentes con el fin de aplastar el movimiento revolucionario reiniciado por Martí.
El General Martínez Campos que venía esta vez con el cargo de Capitán General de la isla para las operaciones militares, conocía bien la intransigencia del Titán de Bronce y que con su presencia en los campos insurrectos cubanos la guerra adquiriría otro carácter, como realmente sucedió pues al conocer que Maceo había regresado las tropas mambisas se tornaron más combativas y patrióticas.
El 20 de abril de 1895, después de una feroz persecución por las fuerzas colonialistas, el General Antonio hizo contactos con tropas cubanas en la jurisdicción de Mayarí Arriba, cerca de Santiago de Cuba.
A partir de ese momento, como se esperaba, la guerra cambió su curso y el poderoso machete del Titán se hizo sentir pronto en toda la comarca para bien de la Revolución, que él salvó de una humillante derrota con su viril protesta en los Mangos de Baraguá 17 años atrás.
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