Santiago de Cuba, 8 feb.— Portadora de una riqueza cultural que se aprecia desde la oralidad de sus nativos, hasta vertientes artísticas que identifican a la nación como las sonoridades de la trova, el son y el bolero, la ciudad de Santiago de Cuba consolida desde sus comunidades la espiritualidad que la hace única.
Basta caminar un barrio de esta oriental urbe y ver la naturalidad con la cual un niño o joven muestra su talento en una institución o espacio abierto, todo lo cual se sustenta en un sólido sistema de promoción, apreciación y creación artísticas que tiene su base en las casas de cultura.
Creadas en enero de 1978, por iniciativa del destacado revolucionario, político e intelectual cubano Armando Hart Dávalos, entonces Ministro de Cultura, esas instituciones, agrupadas en el Sistema Nacional de Casas de Cultura (SNCC), han logrado una amplia incorporación de la población al rescate y desarrollo de la identidad cultural de la Mayor de las Antillas.
De los 24 centros de ese tipo que existen en la provincia, uno de los más destacados radica en la ciudad cabecera, valorada entre las plazas culturales más importantes en Cuba, especialmente en la vertiente popular y tradicional.
La casa de cultura José Manuel Poveda, enclavada en el reparto Nuevo Vista Alegre, y con 36 años de fundada por Hart Dávalos, es una de las instalaciones culturales comunitarias más antiguas en esta localidad, y demuestra con su trabajo la pertinencia y vitalidad de la política cubana destinada a la espiritualidad del pueblo.
Yanoris Caballero Salazar, metodóloga de patrimonio cultural inmaterial de ese centro y encargada de la atención a la cultura popular y tradicional, refirió que el trabajo de la casa abarca los Consejos Populares de Agüero- Mar Verde y Manuel Isla, donde hay zonas de difícil acceso, también llamadas zonas de silencio, así como centros penitenciarios.
A esos sitios van nuestras unidades artísticas, que son muy apreciadas por el público, que agradece con sus aplausos y las muestras de cariño todo lo que se hace en el inmueble, donde se diseñan propuestas para todas las edades, comentó.
Caballero Salazar resaltó la labor desarrollada en las escuelas, donde los niños y jóvenes interesados reciben la preparación de miembros de la brigada de instructores de arte José Martí, y se incorporan a los diferentes proyectos de la casa de cultura.
Celebramos eventos y concursos que estimulan la apreciación y creación artísticas, entre ellos el certamen Ángelus, de literatura; Indaya de fiesta, actividad celebrada en una comunidad de complejidad social, y el festival de la rumba Roberto Salazar (Mosso) In Memoriam, subrayó, a la vez que destacó las acciones en las jornadas de la cultura nacional y santiaguera.
Lo cubano, en toda su expresión, constituye una constante en el quehacer de la “José Manuel Poveda”, cuyos artistas profesionales y aficionados, metodólogos, técnicos y trabajadores en general, ven la defensa de la identidad nacional como la directriz de todo cuanto se haga allí.
Peñas de danzón, rumba y bolero, y de otras vertientes artísticas autóctonas, así lo evidencian, además de otras actividades en las que se demuestra que la cultura está en cada detalle de nuestra existencia, basta ir al concurso de comidas y bebidas tradicionales que allí se hace.
La cultura como conjunto de prácticas de la gente común que le da vida en sus espacios cotidianos, es la razón de existir de ese centro, el cual, con su quehacer, avala que para atraer a los públicos, en especial a niños y jóvenes, no hay que recurrir a la seudocultura que en rimbombantes ritmos y otras expresiones “artísticas” no pocas veces se institucionaliza.
Otro centro emblemático del sistema de casas de cultura en la urbe santiaguera es la escuela comunitaria de música Lauro Fuentes, única de su tipo en Cuba, ya que recibe a personas de siete a 90 años con aptitudes musicales. Aunque fue creada 10 años antes del SNCC, la “Lauro Fuentes” integra esa estructura. Si bien contribuye a formar talentos que luego pueden incorporarse a las escuelas de arte, tiene como misión principal el mejoramiento integral del ser humano, y la espiritualidad y calidad de vida de la comunidad, lo cual es a su vez el objetivo de las casas de cultura.
Vilma Inés Pelegrín Rodríguez, directora de esa escuela, detalló que las especialidades que se imparten son canto, canto coral, saxofón, percusión, flauta, clarinete, guitarra, violín, piano y trompeta, al tiempo que subrayó la dedicación de los profesores del centro, que actualmente acoge a casi 600 estudiantes.
Entre los proyectos de la institución ponderó al grupo infantil Son 14, inspirado en la notable orquesta fundada en esta ciudad por reconocidos intérpretes como Tiburón Morales, una de las principales figuras que ha apoyado el desarrollo de ese proyecto, creado hace siete años para fomentar la música popular y tradicional.
Pelegrín Rodríguez significó el trabajo con infantes ciegos y débiles visuales, que también reciben clases en el centro, a partir de la colaboración de la filial santiaguera de la Asociación Nacional del Ciego, y de la escuela Antonio Fernández León, del poblado de Boniato, donde se hace la convocatoria a los infantes con vocación musical. Luego esos pequeños reciben las clases en la “Lauro Fuentes” con el sistema de lectura y de escritura Braille, y se incorporan a las actividades de la escuela.
Así, con tamañas acciones de alcance humano, las casas de cultura locales emprenden cada día su trabajo, con la fidelidad a los objetivos fundacionales ideados por Hart Dávalos y a la obra de miles de artistas, reconocidos o anónimos que, cargados de sueños y sin temor al sol que surca esta urbe oriental, desandan barrios, actúan y captan talentos. Todo para que la cultura nunca muera. (Tomado de la revista cultural La Jiribilla)
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