Por Marlene Montoya
Santiago de Cuba, 22 ene.— La Casa de la Trova Pepe Sánchez es sitio de obligada visita en Santiago de Cuba por los vacacionistas foráneos, quienes acuden a disfrutar del género que canta al amor, a la mujer, al desengaño, a la vida o la ciudad.
En la calle Heredia, importante arteria cultural, abre sus puertas un espacioso salón que cubre la esquina con San Félix y, al lado, el local que fue la semilla de ese templo trovadoresco, rescatado felizmente el 24 de enero del 2011 por ser un viejo anhelo de cantores y amantes del género.
“Al fin la verdadera trova", fueron palabras del músico Eliades Ochoa en la reapertura hace casi siete años del pequeño local, lleno de recuerdos y donde se respira un ambiente familiar, íntimo, amistoso entre los presentes, que disfrutan de las descargas de los trovadores casi al nivel de ellos, muy cerca.
Como en sus inicios cuelgan retratos y fotografías de quienes hicieron historia en la trova santiaguera.
Allí estuvo en un zaguán, en los bajos de un amplio edificio colonial donde vivió el insigne músico Rafael Salcedo.
En el pequeño espacio el trovador Virgilio Palais vendía comestibles ligeros, café, tabaco y cigarros pero, a la vez, dejaba escuchar su voz, atrayendo poco a poco a compositores y guitarristas.
El Café de Virgilio, como llegó a llamarse, dio lugar a la Casa de la Trova, abierta en julio de 1968 y mundialmente famosa.
Numerosos nombres están ligados a su historia como Sindo Garay, Miguel Matamoros, Emiliano Bléz, Ignacio Bombú (Pucho el Pollero), Ángel Almenares, Ramón Márquez y Palais, los tres últimos con un protagonismo en el nacimiento de la institución cultural.
Ahí están las imágenes de muchos de ellos y de otros que visitaron el lugar como el actor y cantante norteamericano Harry Belafonte, el chileno Víctor Jara y la dominicana Sonia Silvestre.
Cuando reabrió el espacio fundacional de la Casa de la Trova Pepe Sánchez fueron colocadas en la fachada letras del compositor Pedro Ibáñez que hicieron justicia al género: “Desmientan al que diga que la trova ya murió. La trova no ha muerto, no…”.
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