Santiago de Cuba, 16 oct.— Siete tripulantes a bordo de la embarcación Ro Ro Pelícano, de la Isla de la Juventud, partieron desde el puerto Guillermón Moncada, de esta urbe, hacia el muelle de Baracoa para agilizar la reparación de ese enclave en la provincia de Guantánamo.
Ese punto es una vía rápida que permite
el traslado de cargas mayores que las soportadas por camiones,
necesarias en labores de recuperación de la Ciudad Primada tras la
devastación causada por el huracán Matthew el cuatro de octubre pasado.
Para la rehabilitación y refuerzo de las operaciones del muelle van en el Pelícano unas 57 toneladas que incluyen un montacarga, una grúa, neumáticos, 100 paletas, así como nueve atados de tejas, otro de purle y un rollo de nailon para reponer el techo de dos almacenes destruidos.
A bordo de la embarcación se respira buen ambiente entre los tripulantes, refiere el timonel Enrique Abreu Martínez, hombre entregado al mar desde hace 38 años, por seguir a su padre que siempre amó las olas desde tierra, o porque esas aguas y la familia dan sentido a su vida.
No hallo mejor placer que estar con mis dos hijos, cinco nietos y un bisnieto, pero estaré en esta misión mientras nos necesiten. Vi las imágenes de Guantánamo, uno se imagina lo que están pasando, por eso ayudaré hasta su total recuperación, asegura.
La decisión es compartida, pues como expresa Vinet García Cedeño, cocinero, y padre de un bebé de cuatro meses, se sienten identificados con esta tarea, ya que el Guantánamo de ahora le recuerda a su Isla de la Juventud natal tras el paso del huracán Gustav en 2008.
Entonces, lo sorprendió la furia del viento que destruyó su casa y lo dejó sin nada, y aprendió bien clara la lección: “para los ciclones hay que prepararse, tratar de salvar la vida y luego entre todos, ayudarnos”, manifiesta.
Algunos de ellos estuvieron en la recuperación de Santiago de Cuba después del ciclón Sandy, en 2012, como Ivonetra Cintra Gonce, jefe de máquina, quien durante tres meses trasladó cemento, contenedores, tejas y purles desde Cienfuegos.
Las próximas horas de travesía deparan desafíos, dijo el joven capitán de navío Eric Gómez Hernández, que irá como lleva su carrera, a toda máquina, pero con mucho cuidado en el Paso de los Vientos, peligroso por las marejadas y vientos del Océano Atlántico y los grandes arrecifes.
El trayecto hasta Santiago de Cuba desde la Isla de la Juventud nos tomó 68 horas, unas 20 más que las habituales por el mal tiempo, dijo.
Sin embargo, no hay frenos; en los días anteriores al ciclón llevamos provisiones a Cayo Largo, y algunos tripulantes, sin poder llegar siquiera a nuestras casas, vinimos hacia acá con contenedores y estaremos en esta ruta hasta que sea necesario, subrayó.
Luego arrancaron motores y se abrieron paso en las aguas de la bahía santiaguera, hacia la primera villa fundada en Cuba, ahora con un atraso considerable en sus más de 500 años de existencia, pero con la convicción de devolverle su bello rostro y el esplendor que la caracterizaba.
Para la rehabilitación y refuerzo de las operaciones del muelle van en el Pelícano unas 57 toneladas que incluyen un montacarga, una grúa, neumáticos, 100 paletas, así como nueve atados de tejas, otro de purle y un rollo de nailon para reponer el techo de dos almacenes destruidos.
A bordo de la embarcación se respira buen ambiente entre los tripulantes, refiere el timonel Enrique Abreu Martínez, hombre entregado al mar desde hace 38 años, por seguir a su padre que siempre amó las olas desde tierra, o porque esas aguas y la familia dan sentido a su vida.
No hallo mejor placer que estar con mis dos hijos, cinco nietos y un bisnieto, pero estaré en esta misión mientras nos necesiten. Vi las imágenes de Guantánamo, uno se imagina lo que están pasando, por eso ayudaré hasta su total recuperación, asegura.
La decisión es compartida, pues como expresa Vinet García Cedeño, cocinero, y padre de un bebé de cuatro meses, se sienten identificados con esta tarea, ya que el Guantánamo de ahora le recuerda a su Isla de la Juventud natal tras el paso del huracán Gustav en 2008.
Entonces, lo sorprendió la furia del viento que destruyó su casa y lo dejó sin nada, y aprendió bien clara la lección: “para los ciclones hay que prepararse, tratar de salvar la vida y luego entre todos, ayudarnos”, manifiesta.
Algunos de ellos estuvieron en la recuperación de Santiago de Cuba después del ciclón Sandy, en 2012, como Ivonetra Cintra Gonce, jefe de máquina, quien durante tres meses trasladó cemento, contenedores, tejas y purles desde Cienfuegos.
Las próximas horas de travesía deparan desafíos, dijo el joven capitán de navío Eric Gómez Hernández, que irá como lleva su carrera, a toda máquina, pero con mucho cuidado en el Paso de los Vientos, peligroso por las marejadas y vientos del Océano Atlántico y los grandes arrecifes.
El trayecto hasta Santiago de Cuba desde la Isla de la Juventud nos tomó 68 horas, unas 20 más que las habituales por el mal tiempo, dijo.
Sin embargo, no hay frenos; en los días anteriores al ciclón llevamos provisiones a Cayo Largo, y algunos tripulantes, sin poder llegar siquiera a nuestras casas, vinimos hacia acá con contenedores y estaremos en esta ruta hasta que sea necesario, subrayó.
Luego arrancaron motores y se abrieron paso en las aguas de la bahía santiaguera, hacia la primera villa fundada en Cuba, ahora con un atraso considerable en sus más de 500 años de existencia, pero con la convicción de devolverle su bello rostro y el esplendor que la caracterizaba.
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