Ciudad caballera en la grupa de muchos lomos encabritados que desde el mar avanza en busca del sol.
Por Dayron Chang Arranz
Santiago de Cuba, 15 abr.— La bellísima ciudad de Santiago de Cuba no puede ser calificada jamás como una ciudad invisible, como han sido calificadas otras en diversas regiones del mundo, asegura la historiadora del arte Teresita Fleitas. Tampoco pudiera ser una ciudad sin estilo, que pasa desapercibida ante la mirada de los hombres porque es una urbe cuya arquitectura y urbanismo han tenido que adaptarse constantemente a las condicionantes sociohistóricos, políticas, económicas, culturales y sobre todo naturales de su entorno.
Por ejemplo la arquitectura ha tenido que adecuarse a ese clima húmedo, calido, tropical, a la sismicidad de la zona, a toda esa topografía tan abrupta, esa morfología especial santiaguera.
Por eso muchos especialistas coinciden en que la personalidad de Santiago no puede ser jamás anulada -y aunque algunas veces ha sido marcada por la imposición de diversos estilos artísticos contemporáneos y modernos- siempre la tradición va a aflorar. Para Teresita ese dialogo eterno entre lo tradicional y lo moderno, el modo en que lo moderno tiene que intercalarse, superponerse, adaptarse y coexistir pacíficamente con lo tradicional radica la originalidad de Santiago.
Es una ciudad que por ello debe siempre causar asombro, y no solo a los visitantes extranjeros. Debe causarnos asombro incluso a quienes la viven a diario.
Esa mixtura arquitectónica con influencias neoclásicas, barrocas; art nuveau de un lado, racionalista del otro sería apreciada por muchos ilustres visitantes. Algunos de esos viajeros se hospedaron en el desaparecido Hotel Venus, o en este Centenario Hotel Casagranda.
El pianista Arthur Rubinstein, la poetisa Dulce María Loynaz, la cantante libertad Lamarque, el actor Error Flynn, el Nobel de literatura Gabriel García Márquez y muchos otros quedarían prendados de esta ciudad sedienta, donde el dramaturgo Federico García Lorca descubrió cómo cantan los techos de palmeras.
La profesora de la Universidad de Oriente recuerda por ejemplo aquellos franceses que venían en barcos, que se paraban delante de la bahía la miraban y era algo imponente, insólito. Aquel francés decía: es un anfiteatro, precisamente porque es una ciudad que se encarama encima de esas terrazas sucesivas. Otros decían pero sino es una ciudad, es un gran campo florido que esta cultivado por horticultores opulentos. Uno dijo por ejemplo para hablar de esa exuberancia cromática: son casas pintarrajeadas de vivos colores verdes requeteverdes, azules requeteazules. Y una que me parece tiene una imagen muy poderosa de otro viajero francés dice: es una ciudad cuya bahía se engarza en el pecho un alfiler de esmeraldas.
Sin embargo me parece que nadie la califico mejor que aquel que mejor la estudió. Aquel santiaguero por adopción, catalán doctor Francisco Prats Puig quien dijo: ciudad caballera en la grupa de muchos lomos encabritados que desde el mar avanza en busca del sol.
Vea sus colores encontrados. Suba y baje sus pendientes infinitas, observe el herraje encorvado de las ventanas, las liras de las verjas y el teclado de los corredores. Naderau fue otro que no se equivocaría al describir a la ciudad tal cual es.
Por Dayron Chang Arranz
Santiago de Cuba, 15 abr.— La bellísima ciudad de Santiago de Cuba no puede ser calificada jamás como una ciudad invisible, como han sido calificadas otras en diversas regiones del mundo, asegura la historiadora del arte Teresita Fleitas. Tampoco pudiera ser una ciudad sin estilo, que pasa desapercibida ante la mirada de los hombres porque es una urbe cuya arquitectura y urbanismo han tenido que adaptarse constantemente a las condicionantes sociohistóricos, políticas, económicas, culturales y sobre todo naturales de su entorno.
Por ejemplo la arquitectura ha tenido que adecuarse a ese clima húmedo, calido, tropical, a la sismicidad de la zona, a toda esa topografía tan abrupta, esa morfología especial santiaguera.
Por eso muchos especialistas coinciden en que la personalidad de Santiago no puede ser jamás anulada -y aunque algunas veces ha sido marcada por la imposición de diversos estilos artísticos contemporáneos y modernos- siempre la tradición va a aflorar. Para Teresita ese dialogo eterno entre lo tradicional y lo moderno, el modo en que lo moderno tiene que intercalarse, superponerse, adaptarse y coexistir pacíficamente con lo tradicional radica la originalidad de Santiago.
Es una ciudad que por ello debe siempre causar asombro, y no solo a los visitantes extranjeros. Debe causarnos asombro incluso a quienes la viven a diario.
Esa mixtura arquitectónica con influencias neoclásicas, barrocas; art nuveau de un lado, racionalista del otro sería apreciada por muchos ilustres visitantes. Algunos de esos viajeros se hospedaron en el desaparecido Hotel Venus, o en este Centenario Hotel Casagranda.
El pianista Arthur Rubinstein, la poetisa Dulce María Loynaz, la cantante libertad Lamarque, el actor Error Flynn, el Nobel de literatura Gabriel García Márquez y muchos otros quedarían prendados de esta ciudad sedienta, donde el dramaturgo Federico García Lorca descubrió cómo cantan los techos de palmeras.
La profesora de la Universidad de Oriente recuerda por ejemplo aquellos franceses que venían en barcos, que se paraban delante de la bahía la miraban y era algo imponente, insólito. Aquel francés decía: es un anfiteatro, precisamente porque es una ciudad que se encarama encima de esas terrazas sucesivas. Otros decían pero sino es una ciudad, es un gran campo florido que esta cultivado por horticultores opulentos. Uno dijo por ejemplo para hablar de esa exuberancia cromática: son casas pintarrajeadas de vivos colores verdes requeteverdes, azules requeteazules. Y una que me parece tiene una imagen muy poderosa de otro viajero francés dice: es una ciudad cuya bahía se engarza en el pecho un alfiler de esmeraldas.
Sin embargo me parece que nadie la califico mejor que aquel que mejor la estudió. Aquel santiaguero por adopción, catalán doctor Francisco Prats Puig quien dijo: ciudad caballera en la grupa de muchos lomos encabritados que desde el mar avanza en busca del sol.
Vea sus colores encontrados. Suba y baje sus pendientes infinitas, observe el herraje encorvado de las ventanas, las liras de las verjas y el teclado de los corredores. Naderau fue otro que no se equivocaría al describir a la ciudad tal cual es.
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