Por Margarita Piedra Cesar
Santiago de Cuba, 12 sep.— Hoy 12 de septiembre se cumplen 61 años del asesinato del joven alférez de fragata Dionisio San Román Toledo, quien fuera jefe militar del alzamiento armado de Cienfuegos, ocurrido siete días atrás, cuando oficiales y marinos del Distrito Naval del Sur, con sede en esa ciudad, se apoderaron de la instalación con el apoyo de las milicias del Movimiento 26 de Julio, y repartieron las armas entre la población.
Después de varias horas bajo el dominio de los rebeldes, San Román tuvo que abandonar el Distrito Naval de Cayo Loco a bordo del guardacostas 101, que se encontraba en Cienfuegos, con el propósito de exiliarse pero fue detenido por el capitán de la nave, quien lo informó a la jefatura de la Marina de Guerra recibiendo la orden de que lanzara al joven oficial al mar con un ancla amarrada al cuerpo.
Sin embargo, el comandante del guardacostas no estuvo de acuerdo con el crimen y se dirigió al puerto de Cienfuegos, en espera de un hidroavión tipo catalina que recogería a San Román para trasladarlo a la capital, donde fue llevado a la casa del Contraalmirante, José Manuel Rodríguez, en el reparto Biltmore, en cuyo sótano el jefe militar de la conspiración de Cienfuegos fue sometido a crueles torturas durante varios días junto al capitán del puerto cienfueguero, Alejandro González Brito.
Durante casi 51 años las circunstancias del asesinato del alférez de fragata Dionisio San Román Toledo, no estaban del todo esclarecidas, aunque sí se supo que fue lanzado al mar, dándose como fecha del crimen el 9 de septiembre de 1958.
Investigaciones realizadas por la historiadora de la Marina de Guerra, Milagros González, lograron precisar que tanto San Román como González Brito permanecieron con vida hasta el 12 de septiembre, cuando sus cuerpos fueron montados en la lancha 4 de septiembre, una de las que poseía para su recreación el dictador Fulgencio Batista, y que era utilizada para ese fin.
En la lancha San Román y Brito fueron trasladados a una milla de distancia de la desembocadura del Río Almendares, y sus cuerpos, posiblemente con vidas aún, arrojados al océano con lingotes de cemento atados a los pies, método utilizado frecuentemente por los sicarios de la Marina de Guerra batistiana.
Al triunfo de la revolución varios de los ejecutores de los asesinatos de Dionisio San Román y Alfredo González Brito, fueron sometidos a juicio y pagaron con sus vidas los crímenes cometidos contra esos valerosos marinos que encabezaron el alzamiento armado de Cienfuegos, una de las páginas más gloriosas de nuestra historia.
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