Por Margarita Piedra Cesar
Santiago de Cuba, 12 sep.— El 12 de septiembre de 1958, hace hoy 61 años, cuando pernoctaban en un apartamento del reparto Juanelo, en La Habana, tras llegar a la capital, procedentes de la Sierra Maestra, fueron detenidas las mensajeras del Ejército Rebelde, Lidia Doce y Clodomira Acosta Ferrals, quienes posteriormente fueron asesinadas.
En ese mismo sitio, se encontraban refugiados los jóvenes revolucionarios Reinaldo Cruz, Leonardo Valdés, Alberto Álvarez y Onelio Dompiel, quienes días atrás habían realizado una serie de acciones en el poblado de Regla, y eran buscados por los esbirros de la tiranía.
La delación de un traidor llevó a las fuerzas del régimen, encabezada por los sanguinarios coroneles Esteban Ventura y Conrado Carratalá quienes asaltaron violentamente el apartamento en horas de la madrugada.
Sin posibilidad de defenderse los cuatro muchachos fueron ametrallados por los esbirros, mientras que las mensajeras Lidia y Clodomira se lanzaron sobre los esbirros para impedir el crimen. Ellas fueron sacadas del apartamento y trasladadas a la oncena estación de policía, luego a la novena. En los días siguientes fueron torturadas de un modo tan cruel que es difícil para cualquiera pintarlo en la mente.
Todo apunta que fallecieron el 17 de septiembre de 1958. Los cadáveres de los jóvenes Reinaldo Cruz, Leonardo Valdés, Alberto Álvarez y Onelio Dompiel fueron arrastrados por los pasillos y aceras del edificio, montados en autos policiales y posteriormente sus cuerpos arrojados en lugares públicos del poblado de Regla, donde residían y habían realizado acciones revolucionarias como escarmiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario