Por Caridad Franco Vega
Santiago de Cuba, 1 jun.— Desde 1963 en Cuba se festeja el primero de Junio el Día internacional de la Infancia, instituido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1956. En nuestro país Gobierno y familias aseguran que nuestros niñas y niños crezcan felices.
Verlos felices me alegra el alma y mucho me gustaría robarme esas pícaras miradas y hacerlas mías. Les conozco, son una tribu muy especial que veo crecer cerca de mí. Son los hijos de mis colegas periodistas de la redacción informativa de Tele Turquino y de dos de las editoras con quienes más trabajo.
Comparto una buena parte de mi tiempo con ellas, por eso se de los desvelos de estas madres cuando ellos enferman y entonces pregunto cómo va el catarro de Zabrina, si ya bajó la fiebre de Fabián, si Leonardo vomitó mucho o cómo van las ronchas de Lena. Y si por fin Lestercito tienen sarampión.
Cuando están bien y curioseo por ellos, hay una sola exclamación ¡están acabando! Y que bueno que sea así.
Esta tropa infantil crece, se hacen independientes. Como Angelito que sorprende con sus poses de avispado adolescente.
Como todos los niños en Cuba, las familias, el gobierno y la sociedad con diferentes políticas y cuerpos legislativos se empeñan en asegurarles el desarrollo libre y creador de sus personalidades, aptitudes y capacidades.
Por la inocencia de sus pocos años no saben que aquí se respetan convenciones internacionales que aseguran sus derechos y los protegen.
Para que la infancia sea feliz bien vale la pena cualquier sacrificio.
Verlos empinar sus sueños y aconsejarles que nunca se conformen con ser la cola cometa será dicha grande para mi.
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