Santiago de Cuba, 15 mar.— Una estrella se hizo para avisar a quienes viajan en tren que se ha llegado a Mangos de Baraguá. Sobre 29 metros de granito y mármol, recuerda que Maceo y sus compañeros se negaron a la paz sin independencia.
De entonces sobrevive un árbol de mango de corazón, al que el Titán mandó a señalizar para cuando regresara al combate, y desde donde partió con la invasión de Oriente a Occidente, 17 años después. Aunque un rayo quemó el otro histórico apoyo de la hamaca del héroe, se plantó el relevo y es que Baraguá también simboliza eso. Aquí traen ofrendas cada 15 de marzo.
En el aniversario 141 de los sucesos, se sumaron a los mellenses trabajadores de los Bufetes Colectivos del país, que como otro homenaje inaugurarán en el poblado una unidad de servicios.
Durante el acto 11 nuevos militantes se incorporaron al Partido y la joven generación se ratificó en el espíritu de los intransigentes mambises.
Los contemplaron 50 palmas. Cada una recuerda a mil cubanos de los que en estos predios ratificaron junto a Fidel el 19 de febrero de 2000 el Juramento de Baraguá.
Desde este sitio de mangos y palmas, de mambises y contemporáneos, de ruptura y continuidad, es visible también, la Patria.
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