En tiempos en que Estados Unidos revive la Doctrina Monroe, los pueblos de Nuestra América deberían, como hace 200 años hicieron los libertadores, estar listos para dar la batalla por la segunda independencia
Por Sergio Alejandro Gómez/Foto SAG
La Habana 21 mar.— La política de «Estados Unidos primero», que defiende la actual administración republicana, constituye una declaración de principios.
Si Washington fantaseaba hasta hace poco con un mundo a su imagen y semejanza, donde el progreso se derramaría por igual entre las naciones que no discutieran su hegemonía, ahora reconoce que en la cúspide solo hay espacio para un país: el de las barras y las estrellas.
Y quienquiera que intente cambiarlo, deberá enfrentar «fuego y furia».
¿Qué puede esperar entonces América Latina y el Caribe de su vecino? La próxima reunión de los mandatarios del continente a mediados de abril en Lima, Perú, será una buena oportunidad para averiguarlo.
Como resta menos de un mes para la apertura de la VIII Cumbre de las Américas –una iniciativa surgida durante el gobierno de Bill Clinton para promover el libre comercio–, la Casa Blanca necesita ir preparando el terreno.
Esa será la tarea del vicepresidente Mike Pence este miércoles en el Consejo de la Organización de Estados Americanos (OEA), con sede en Washington, donde ofrecerá un inusual discurso sobre las prioridades de su gobierno en relación con el continente.
Pence sería el primer vicepresidente estadounidense que se dirige a ese hemiciclo desde que el demócrata Al Gore lo hiciera en 1994, lo que demuestra la poca importancia que le da Washington a su «ministerio de colonias», excepto cuando lo necesita para atacar a países soberanos o promover golpes de Estado.
Sus voceros ya adelantaron que tiene planificado redoblar las agresiones contra el Gobierno de Venezuela, cuyo derrocamiento se ha convertido en una obsesión para la actual administración republicana, al tiempo que buscará lanzar un ramo de olivo y suavizar las ofensas del presidente Donald Trump contra varios países de la región.
Lima debe ser el primer cara a cara del presidente estadounidense con sus homólogos latinoamericanos y caribeños, y todavía están frescas en la memoria su retórica xenófoba durante la campaña del 2016, las amenazas de obligar a México a pagar por el muro en su frontera sur, el calificativo de «asesinos y violadores» a los migrantes de la región y la ofensa de llamar «países de mierda» a Haití y El Salvador.
Cuando Pence se dirija a la OEA en Washington, al mismo tiempo en Lima se reunirán representantes de la sociedad civil del continente en un llamado Diálogo Hemisférico, donde uno esperaría que se toquen estos asuntos, al igual que las desapariciones forzadas, los paquetazos neoliberales, despidos, disminución de las pensiones, asesinatos de periodistas, corrupción y golpes de Estado encubiertos que asolan nuestra región.
En Cuba, también en paralelo, el Foro Pensando Américas tendrá el reto de mostrar la diversidad y riqueza de la sociedad civil cubana en tiempos de cambios trascendentales para garantizar un socialismo próspero y sostenible.
Tres acontecimientos en tres puntos distintos del continente, que tienen como eje el momento clave que vive la región, puesta una vez más ante la disyuntiva de dos Américas, dos proyectos históricos distintos, que coinciden en el mismo continente.
Como hace 200 años hicieron los libertadores, esta parece la hora de decir: «América Latina y el Caribe primero». /Granma
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