Por Esperanza Castellanos Cabrejas
Santiago de Cuba, 6 feb.— La barriada de Lawton en el actual municipio 10 de Octubre de la capital cubana, lo vio llegar a la vida el 6 de febrero de 1932 en el seno de la familia Cienfuegos Gorriarán.
Hijo de sastre y una ama de casa, Camilo fue el tercer hijo varón de Emilia y Ramón, quien llevó en sus venas el don de la versatilidad y la inteligencia natural que le valieron para mostrar talento en el deporte, la escritura y las artes plásticas; oficios que luego le permitirían sobrevivir a la difícil situación social y económica de los años cincuenta, cuando ejercicio como camarero y redactor de revista.
Con bríos de joven impetuoso y defensor de la justicia se unió en su juventud, a varias protestas populares contra la dictadura de Fulgencio Batista. En una ellas fue herido de bala por rendir honores al héroe independentista Antonio Maceo.
De ahí que su intrepidez, carácter jovial y entrega a la noble causa de la libertad lo llevarían entonces a formar parte de los hombres de confianza en la guerrilla desde la Sierra Maestra, donde se ganó la admiración de quienes pelearon junto a él y del pueblo que lo veneraba.
Niños, jóvenes y ancianos lo recordarían para siempre como El comandante del pueblo, "Señor de la vanguardia", "Héroe de Yaguajay” o sencillamente Camilo.
El hombre amigo, hermano que regaló a los cubanos la sinceridad de su sonrisa y la firmeza de carácter.
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