Por Martha Cabrales Arias
Santiago de Cuba, 11 ene.— El sismo de
7,6 percibido antes de anoche invirtió en Cuba el flujo de la
preocupación porque a la inversa de lo habitual fueron los orientales
quienes se inquietaron por los habitantes del occidente del país.
Así
sucede porque la zona de mayores peligros sísmicos se encuentra en el
este de la geografía cubana y particularmente en la franja suroriental,
cercana al límite de las placas de Norteamérica y el Caribe, donde cada
día se registran muchos de esos movimientos telúricos, aunque no sean
sentidos por la población.
De tal suerte, las llamadas
telefónicas y los mensajes indagaron entre familiares y amigos acerca de
esa experiencia poco común por esos lares, con la sensación de mareo y
de que el suelo se mueve bajo los pies como vivencias para no olvidar.
En
la medida en que se disipó la efímera expectación ante una posible
ocurrencia de tsunamis, lo que refrendó en comparecencia televisiva el
doctor Bladimir Moreno, director del Centro Nacional de Investigaciones
Sismológicas (Cenais), la atención se centró en las réplicas.
Desde
la ocurrencia del temblor, hace más de 24 horas, a 44 kilómetros al
este de Islas Swan, en Honduras, y a unos 450 kilómetros al sursuroeste
de la Isla de la Juventud, en territorio cubano, el Servicio Sismológico
Nacional (SSN) reportó hasta las primeras horas de la mañana del
miércoles seis de esas sacudidas derivadas de la principal.
El
parte sismológico diario emitido por el SSN las ubicó en Savannah Bight,
en Honduras, y en las propias Islas Swan, todas con magnitudes por
debajo de cinco, aunque es de esperar que continúen y marquen el reporte
correspondiente al día de mañana.
Con la perceptibilidad en las
provincias de Pinar del Río y La Habana y el municipio especial de Isla
de la Juventud, fundamentalmente en edificios altos, este se convirtió
en el segundo terremoto sentido por la población en Cuba, durante el año
recientemente estrenado.
La certeza que aporta este temblor,
remarcada sistemáticamente por los científicos del Cenais, es que en
cualquier punto del territorio nacional pueden ocurrir estos fenómenos
naturales, con una mística que roza lo indescifrable desde las entrañas
de la tierra y su consiguiente carácter imprevisible.
De alguna
manera ya se había adelantado un botón de muestra con el ocurrido el 29
de julio en Varadero, con una magnitud de 4,6, indicativo de la
situación sísmica importante registrada durante el 2017 en la región
centro-occidental, según los expertos.
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