Santiago de Cuba, 26 oct.— Setecientos soldados españoles al mando del General Quirós pretendían llegar a Bayamo a finales de octubre de 1868, con el objetivo de recuperar la ciudad en poder de Carlos Manuel de Céspedes y las fuerzas de la Revolución iniciada en Yara.
Gómez, ya ascendido a general por el
propio Céspedes, con doscientos hombres hostigó a los españoles
continuamente, hasta que el cuatro de noviembre, Quirós trató de forzar
la marcha por el camino real que conducía a Jiguaní.
Fue entonces que Máximo Gómez con un grupo de cuarenta insurrectos, en el lugar conocido por Pino de Baire, ordenó la Primera Carga al Machete de la Guerra de los Diez Años.
Sorprendidos y horrorizados por las heridas de quince y veinte centímetros que causaban los machetes, los españoles se retiraron en desbandada del lugar del combate, sin apenas disparar sus fusiles.
Fue así como entró para siempre en nuestra historia el dominicano Máximo Gómez. Fue así que se introdujo en nuestras guerras mambisas esa terrible y mortífera arma que fue el machete, que se convertiría a partir de ese 4 de noviembre en el terror de los españoles en las dos guerras y que llegaron a dominar con excelencia hombres de la talla de Los Maceo, Guillermón y tantos otros que fueron alumnos de Gómez.
Después de la memorable carga al machete de Pino de Baire, Máximo Gómez fue el vencedor de mil batallas. En sí mismo él se consideraba: “un soldado defensor, leal y entusiasta de la justa causa de un pueblo noble, valiente y tan cercano, que casi es lo mismo, a la tierra donde se meció su cuna”
En una acción Gómez confesó a Martí: “siempre estaré dispuesto a ocupar mi puesto de combate para la independencia, sin otra ambición que obligar a los cubanos a que amen a los míos y me recuerden con cariño”
A los 149 años de la gloriosa carga al machete de Pino de Baire, así lo recordamos hoy, “General de Generales”, con amor y cariño por lo mucho que nos dio.
Fue entonces que Máximo Gómez con un grupo de cuarenta insurrectos, en el lugar conocido por Pino de Baire, ordenó la Primera Carga al Machete de la Guerra de los Diez Años.
Sorprendidos y horrorizados por las heridas de quince y veinte centímetros que causaban los machetes, los españoles se retiraron en desbandada del lugar del combate, sin apenas disparar sus fusiles.
Fue así como entró para siempre en nuestra historia el dominicano Máximo Gómez. Fue así que se introdujo en nuestras guerras mambisas esa terrible y mortífera arma que fue el machete, que se convertiría a partir de ese 4 de noviembre en el terror de los españoles en las dos guerras y que llegaron a dominar con excelencia hombres de la talla de Los Maceo, Guillermón y tantos otros que fueron alumnos de Gómez.
Después de la memorable carga al machete de Pino de Baire, Máximo Gómez fue el vencedor de mil batallas. En sí mismo él se consideraba: “un soldado defensor, leal y entusiasta de la justa causa de un pueblo noble, valiente y tan cercano, que casi es lo mismo, a la tierra donde se meció su cuna”
En una acción Gómez confesó a Martí: “siempre estaré dispuesto a ocupar mi puesto de combate para la independencia, sin otra ambición que obligar a los cubanos a que amen a los míos y me recuerden con cariño”
A los 149 años de la gloriosa carga al machete de Pino de Baire, así lo recordamos hoy, “General de Generales”, con amor y cariño por lo mucho que nos dio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario