Por Ivianna Rodríguez Santana
Santiago de Cuba, 28 ene.— Asistir al cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, no es siempre una analogía para la angustia. Rendir tributo a los héroes es ya tradición de cada cubano. Por eso resulta inevitable la visita un 28 de enero al Mausoleo donde reposan los restos del apóstol de nuestra independencia.
Santiago de Cuba, 28 ene.— Asistir al cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, no es siempre una analogía para la angustia. Rendir tributo a los héroes es ya tradición de cada cubano. Por eso resulta inevitable la visita un 28 de enero al Mausoleo donde reposan los restos del apóstol de nuestra independencia.
Hoy, este valioso exponente del arte de
la necrópolis santiaguera, exhibe una nueva imagen donde destaca la
impermeabilización y la renovación del mármol que lo compone.
Remodelaciones emprendidas por la Oficina del Conservador de la Ciudad, y
los trabajadores de Servicios comunales en el territorio, con motivo de
celebrar el 500 aniversario de la Villa de Santiago de Cuba.
A ciento sesenta y dos años del natalicio del Maestro, la misión de su vida trasciende y su figura rebasa lo icónico. \Al entrar en el interior del conjunto monumental, se descubre la escultura solemne del Héroe Nacional.
Justo para reforzar el pensamiento en versos del maestro, el astro rey penetra durante casi todo el día, acariciando cálidamente, “a quien como bueno murió de cara al sol”.
Su féretro siempre está acompañado de la bandera y las rosas blancas, como expresó en sus Versos Sencillos y rodeado por los escudos y un puñado de tierra de cada uno de los pueblos americanos.
Completa el tributo, la guardia de honor permanente a José Martí, desde la salida del sol hasta el ocaso.
En tiempo histórico, ciento sesenta y dos años apenas son un suspiro en la inmensidad de lo que significa la dimensión continental de su existencia. José Martí es la esperanza y la fe, es la irrenunciable vocación de justicia, soberanía e independencia que nutre a todo su pueblo.
A ciento sesenta y dos años del natalicio del Maestro, la misión de su vida trasciende y su figura rebasa lo icónico. \Al entrar en el interior del conjunto monumental, se descubre la escultura solemne del Héroe Nacional.
Justo para reforzar el pensamiento en versos del maestro, el astro rey penetra durante casi todo el día, acariciando cálidamente, “a quien como bueno murió de cara al sol”.
Su féretro siempre está acompañado de la bandera y las rosas blancas, como expresó en sus Versos Sencillos y rodeado por los escudos y un puñado de tierra de cada uno de los pueblos americanos.
Completa el tributo, la guardia de honor permanente a José Martí, desde la salida del sol hasta el ocaso.
En tiempo histórico, ciento sesenta y dos años apenas son un suspiro en la inmensidad de lo que significa la dimensión continental de su existencia. José Martí es la esperanza y la fe, es la irrenunciable vocación de justicia, soberanía e independencia que nutre a todo su pueblo.
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