La
obra se integra a un diverso proyecto de restauración que hace del
Parque Céspedes y de la séptima villa una de las zonas patrimoniales más
importantes del Caribe
Por Dayron Chang Arranz
Santiago de Cuba, 28 ene.— Cuentan que entre sus paredes sudaba en tiempos de sequia el Santo Ecce Homo, la pintura más antigua de Cuba. No pocos testifican también que los restos del colonizador Diego Velázquez reposan entre sus catacumbas. Otros aseguran haber descubierto la música cubana en las partituras de Estaban Salas. Todo permanece aún en la Santa Basílica Metropolitana Iglesia de Santiago de Cuba, Catedral Primada de Cuba.
Por Dayron Chang Arranz
Santiago de Cuba, 28 ene.— Cuentan que entre sus paredes sudaba en tiempos de sequia el Santo Ecce Homo, la pintura más antigua de Cuba. No pocos testifican también que los restos del colonizador Diego Velázquez reposan entre sus catacumbas. Otros aseguran haber descubierto la música cubana en las partituras de Estaban Salas. Todo permanece aún en la Santa Basílica Metropolitana Iglesia de Santiago de Cuba, Catedral Primada de Cuba.
Mientras la narración popular y los
estudiosos se ponen de acuerdo, un equipo de la Oficina del Conservador
restituyó con la antigua técnica de hierro colado, las cruces, uno de
los símbolos de la ciudad. A 35 metros de altura se trabajó durante
varios meses para estructurar el cupulino, uno de los montajes más
desafiantes en la restauración.
“Las dos cruces fueron totalmente destruidas –comentó Isaac García, jefe de la obra de la Catedral- al caer una en el templo y otra en el atrio. Hubo que fundir esas dos cruces nuevas que tienen incluso grabado en su fuste la fecha de 2012. Estas fueron montadas con el auxilio de izaje con una grúa de 80 toneladas para poder llevar esas cruces a la posición original”
“En la mayoría de los casos -abunda el arquitecto- hemos tenido que ver a través de fotos y la experiencia del proyectista y asesor en carpintería Ángel Alonso. Sus conocimientos nos permitieron establecer y fabricar todos los elementos del cupulino que son de madera revestidas las columnitas con ferro cemento y aplicando una pintura que la protege”
Rehecha sobre sus ruinas por la osadía de piratas y terremotos o por los gustos de sus regentes, este es el inmueble de su tipo que más veces ha sido remodelado y reconstruido. Las limosnas de la corona y los lugareños permitieron su culminación en 1555.
La Catedral muestra hoy la transformación cosmética que para 1922 le imprimiera el arquitecto Carlos Segrera entre sus códigos eclécticos y las reminiscencias neoclásicas.
Frontales clásicos, capiteles corintios, fustes estriados, y balaustradas renacentistas nos remiten a una estética que se respeta en las labores de conservación.
“Hemos tratado todo el tiempo de respetar la obra original, explica Jorge Rayver, especialista y pintor del Conservador de la ciudad. En el caso que no ha sido así, hemos sustituido materiales como el yeso que cubre la ornamentación del techo por otros más ligeros y prácticos como el papel maché. Lo otro ha sido la utilización acertada de la pintura y los conservantes”
Simulando la forma de una cruz, cinco naves muestran una vasta iconografía religiosa que atesora no pocas singularidades, entre ellas la monumental cúpula de madera.
La cúpula central –argumenta Isacc- es en su totalidad de madera de cedro y tuvimos que llevarla a nivel cero.
Tuvimos que desmontarla completamente por el estado técnico y estructural que tenía la misma. Recuperamos y fabricamos entonces elementos nuevos con madera de cedro de grandes dimensiones”
“Eran elementos, de tres a cinco metros de longitud y 70 cm de ancho y espesor mínimo de 30 cm, abunda Isaac. Las nervaduras son elementos curvos que conforman la cúpula. Éstas se han tenido que hacer en tres partes por el grado de curvatura que poseían. Las nervaduras se apoyan en un anillo inferior de madera en el cual fueron fijados.”
“El anillo está apoyado a su vez en la base de los cuatro arcos centrales de la Catedral y en la parte superior están tres anillos que empatan todas las nervaduras en su parte superior. En el segundo anillo encajan las columnas del cupulino y en el tercero se termina de amarrar. De ahí sale la cruz central de la Catedral”
La madera se fue procesando y subiendo con soga y poleas para llevarlas a las posiciones, empatándola con uniones semi-júpiter para poder garantizarle el mismo estado con que estaba inicialmente.
La cúpula central –confirma el especialista- es idéntica a la original, lo único que se le han incorporado a la misma nuevos elementos técnicos como tornillería, elementos de platina para poder darle mayor rigidez y además se ha protegido la madera con unas pinturas especiales para que el intemperismo no la pueda afectar.
Con su grado de sequedad y tratamientos específicos más de 35 mil metros cúbicos de madera ya se han invertido en el coloso; pero son los atributos del cobre los que rematarán la edificación cuando revistan los cupulinos y la cúpula.
El cobre –definen los técnicos- es un material maleable que permite conformarlo en función de la forma que tiene estas estructuras. Además de ser maleable tiene la flexibilidad que nos exige esta zona sísmica, debe tener la movilidad que requiere esta estructura de madera y trabajar de conjunto con la misma.
Entre su modernidad y el halo de antigüedad perenne, la Catedral santiaguera redime a su paso los siglos por vivir.
Todo perdura. Incluso aquellas confesiones que medio siglo después solo podría confirmar la Primada de Cuba.
“Las dos cruces fueron totalmente destruidas –comentó Isaac García, jefe de la obra de la Catedral- al caer una en el templo y otra en el atrio. Hubo que fundir esas dos cruces nuevas que tienen incluso grabado en su fuste la fecha de 2012. Estas fueron montadas con el auxilio de izaje con una grúa de 80 toneladas para poder llevar esas cruces a la posición original”
“En la mayoría de los casos -abunda el arquitecto- hemos tenido que ver a través de fotos y la experiencia del proyectista y asesor en carpintería Ángel Alonso. Sus conocimientos nos permitieron establecer y fabricar todos los elementos del cupulino que son de madera revestidas las columnitas con ferro cemento y aplicando una pintura que la protege”
Rehecha sobre sus ruinas por la osadía de piratas y terremotos o por los gustos de sus regentes, este es el inmueble de su tipo que más veces ha sido remodelado y reconstruido. Las limosnas de la corona y los lugareños permitieron su culminación en 1555.
La Catedral muestra hoy la transformación cosmética que para 1922 le imprimiera el arquitecto Carlos Segrera entre sus códigos eclécticos y las reminiscencias neoclásicas.
Frontales clásicos, capiteles corintios, fustes estriados, y balaustradas renacentistas nos remiten a una estética que se respeta en las labores de conservación.
“Hemos tratado todo el tiempo de respetar la obra original, explica Jorge Rayver, especialista y pintor del Conservador de la ciudad. En el caso que no ha sido así, hemos sustituido materiales como el yeso que cubre la ornamentación del techo por otros más ligeros y prácticos como el papel maché. Lo otro ha sido la utilización acertada de la pintura y los conservantes”
Simulando la forma de una cruz, cinco naves muestran una vasta iconografía religiosa que atesora no pocas singularidades, entre ellas la monumental cúpula de madera.
La cúpula central –argumenta Isacc- es en su totalidad de madera de cedro y tuvimos que llevarla a nivel cero.
Tuvimos que desmontarla completamente por el estado técnico y estructural que tenía la misma. Recuperamos y fabricamos entonces elementos nuevos con madera de cedro de grandes dimensiones”
“Eran elementos, de tres a cinco metros de longitud y 70 cm de ancho y espesor mínimo de 30 cm, abunda Isaac. Las nervaduras son elementos curvos que conforman la cúpula. Éstas se han tenido que hacer en tres partes por el grado de curvatura que poseían. Las nervaduras se apoyan en un anillo inferior de madera en el cual fueron fijados.”
“El anillo está apoyado a su vez en la base de los cuatro arcos centrales de la Catedral y en la parte superior están tres anillos que empatan todas las nervaduras en su parte superior. En el segundo anillo encajan las columnas del cupulino y en el tercero se termina de amarrar. De ahí sale la cruz central de la Catedral”
La madera se fue procesando y subiendo con soga y poleas para llevarlas a las posiciones, empatándola con uniones semi-júpiter para poder garantizarle el mismo estado con que estaba inicialmente.
La cúpula central –confirma el especialista- es idéntica a la original, lo único que se le han incorporado a la misma nuevos elementos técnicos como tornillería, elementos de platina para poder darle mayor rigidez y además se ha protegido la madera con unas pinturas especiales para que el intemperismo no la pueda afectar.
Con su grado de sequedad y tratamientos específicos más de 35 mil metros cúbicos de madera ya se han invertido en el coloso; pero son los atributos del cobre los que rematarán la edificación cuando revistan los cupulinos y la cúpula.
El cobre –definen los técnicos- es un material maleable que permite conformarlo en función de la forma que tiene estas estructuras. Además de ser maleable tiene la flexibilidad que nos exige esta zona sísmica, debe tener la movilidad que requiere esta estructura de madera y trabajar de conjunto con la misma.
Entre su modernidad y el halo de antigüedad perenne, la Catedral santiaguera redime a su paso los siglos por vivir.
Todo perdura. Incluso aquellas confesiones que medio siglo después solo podría confirmar la Primada de Cuba.
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