Por Ivianna Rodríguez Santana/ foto de internet
Nuestros estudiantes, desde sus edades más tempranas
tienen el orgullo y la responsabilidad de ser “la esperanza del mundo”
que mostró el Apóstol.
Sabemos que esta cotidianidad no se compara con la de otros jóvenes del planeta donde abundan las aulas y los maestros ausentes.
En Cuba, para las más jóvenes generaciones, son los más grandes derechos. Desde los primeros momentos del triunfo revolucionario, una de las primeras medidas fue justamente la erradicación del analfabetismo.
Durante más de CINCUENTA años de revolución, se ha garantizado la instrucción universal y gratuita en todos los niveles de enseñanza. Han sido graduados millones de profesionales, y los centros de investigación generan resultados científicos de impacto social y económico.
Aunque los medios empoderados de la comunicación a nivel global lo silencien, la superioridad educativa de Cuba en el mundo está respaldada por la UNESCO y las Naciones Unidas.
Hoy, aunque con desafíos y un futuro a perfeccionar, nuestra realidad es un privilegio. La educación más que un derecho es un deber de todos.
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