Por Mariano Aldana Villalón
Cuando se hable de derechos y oportunidades para los
campesinos, salta a la vista de todos la recia figura de Rogelio Batista
García, un guajiro desde la cabeza a los pies.
Pongo el ejemplo de este santiaguero
porque en una importante etapa de su vida careció de esas cualidades en
medio de una inmensa pobreza, como eran aquellos tiempos de la
república neocolonial.
Rogelio nació a finales de la primera mitad del siglo pasado y desde muy pequeño tuvo que incorporarse a las tareas agrícolas para ayudar al sostén de la familia. A penas fue a la escuela…
Oscuro presente tenía ante si Rogelio, quien pese a todo no dejaba de soñar que en algún momento cambiaría esa triste situación para la gente que trabajaba la tierra de sol a sol.
El triunfo revolucionario del Primero de enero de 1959 lo despierta de ese sueño. Con 15 años comenzaría una nueva vida de derechos y oportunidades al lado de la Revolución de Fidel.
Rogelio fue uno de los primeros que en el país experimentó el derecho de socialización de los campesinos como verdaderos dueños de la tierra.
Para este santiaguero la Ley de Reforma Agraria, impulsada por el Gobierno revolucionario después de 1959, fue el paso inicial para los futuros cambios que tendrían lugar en el país para el avance del quehacer de los agrarios.
Esa conquista le dio mucha más dignidad al sector agrario de nuestra sociedad y en los 55 años de revolución el estado cubano se empeña en darles más derechos y ayuda a ellos y sus familias.
Muy a pesar de estar acariciando las SIETE décadas de vida, el Rogelio Batista no se detiene ante nada. Hoy, sencillamente, es un ejemplo de cuanto se puede hacer, cuando se le pone el corazón a la producción de alimentos.
Hoy en su finca Hato viejo de unas 8 hectáreas en el municipio San Luis exhibe al visitante la doble corona de la excelencia en la agricultura urbana.
El éxito que lo acompaña se debe al empleo de la ciencia y la técnica, a la buena utilización del suelo y a la diversificación de los cultivos.
En manos de campesinos como Rogelio descansa en buena medida la alimentación del pueblo que como ellos han sabido ganarse un lugar en nuestra sociedad llena de derechos y oportunidades.
Rogelio nació a finales de la primera mitad del siglo pasado y desde muy pequeño tuvo que incorporarse a las tareas agrícolas para ayudar al sostén de la familia. A penas fue a la escuela…
Oscuro presente tenía ante si Rogelio, quien pese a todo no dejaba de soñar que en algún momento cambiaría esa triste situación para la gente que trabajaba la tierra de sol a sol.
El triunfo revolucionario del Primero de enero de 1959 lo despierta de ese sueño. Con 15 años comenzaría una nueva vida de derechos y oportunidades al lado de la Revolución de Fidel.
Rogelio fue uno de los primeros que en el país experimentó el derecho de socialización de los campesinos como verdaderos dueños de la tierra.
Para este santiaguero la Ley de Reforma Agraria, impulsada por el Gobierno revolucionario después de 1959, fue el paso inicial para los futuros cambios que tendrían lugar en el país para el avance del quehacer de los agrarios.
Esa conquista le dio mucha más dignidad al sector agrario de nuestra sociedad y en los 55 años de revolución el estado cubano se empeña en darles más derechos y ayuda a ellos y sus familias.
Muy a pesar de estar acariciando las SIETE décadas de vida, el Rogelio Batista no se detiene ante nada. Hoy, sencillamente, es un ejemplo de cuanto se puede hacer, cuando se le pone el corazón a la producción de alimentos.
Hoy en su finca Hato viejo de unas 8 hectáreas en el municipio San Luis exhibe al visitante la doble corona de la excelencia en la agricultura urbana.
El éxito que lo acompaña se debe al empleo de la ciencia y la técnica, a la buena utilización del suelo y a la diversificación de los cultivos.
En manos de campesinos como Rogelio descansa en buena medida la alimentación del pueblo que como ellos han sabido ganarse un lugar en nuestra sociedad llena de derechos y oportunidades.
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