Por Ivianna Rodríguez Santana
Fiel a la imagen narcisista que emerge espléndida
ante las aguas del mar Caribe, permanece El Museo Castillo del Morro San
Pedro de La Roca, desafiante testigo del paso de los siglos y de la
historia.
A 17 años de ser considerada patrimonio
cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO, esta férrea coraza
arquitectónica que data del siglo XVII, regala una invitación perenne
para el turismo nacional e internacional, a respirar y revivir toda una
realidad histórica que muchas veces se traduce en misticismo.
Pero además, por el ambiente seductor y pacífico, que hasta la caprichosa luna se aferra a contemplar durante el día, es lugar propicio para la relajación, y el encuentro con uno mismo.
Rodeado de un paisaje natural y de riquezas culturales, este sitio atesora huellas del sistema defensivo costero surgido por una necesidad de la metrópolis española para proteger la ciudad contra los ataques de corsarios y piratas, que la convirtió en un baluarte inexpugnable.
Estas celdas atestiguan la etapa en que el Castillo funcionó como prisión militar por ser considerado obsoleto desde el punto de vista defensivo. En ellas, se rinde tributo a patriotas y personalidades vinculadas con las guerras de independencia que estuvieron encarcelados en esta fortificación.
Aquí sufrieron prisión Dominga Moncada, Madre de Guillermón, y los mayores Generales Bartolomé Masó, Flor Crombet, Mayía Rodríguez y Pedro Agustín Pérez. De este último cuenta una leyenda que fue el único hombre que pudo escapar con vida de esta fortificación.
La misma que fue testigo de la batalla que dio fin al dominio colonial español en América.
Todos los atractivos de esta fortaleza se funden con naturalidad y vehemencia: el puente levadizo, los muros y cúpulas de piedra, el mar Caribe que bordea toda su estructura y el cañonazo justo cuando el Astro Rey se esconde en el horizonte, refuerzan el éxtasis compartido por sus visitantes.
Dicen que esta estructura de naturaleza escalonada, se hace cómplice ante los pensamientos de quienes acuden a su cobijo, lo convierten en el espacio ideal para un encuentro con la historia, pero también para los suspiros nostálgicos y las miradas perdidas.
No se debe entonces temer a esos muros corroídos por el tiempo, si se recuerda que siempre habrá génesis de mitos y leyendas en este edén que es el Castillo del Morro San Pedro de la Roca.
Pero además, por el ambiente seductor y pacífico, que hasta la caprichosa luna se aferra a contemplar durante el día, es lugar propicio para la relajación, y el encuentro con uno mismo.
Rodeado de un paisaje natural y de riquezas culturales, este sitio atesora huellas del sistema defensivo costero surgido por una necesidad de la metrópolis española para proteger la ciudad contra los ataques de corsarios y piratas, que la convirtió en un baluarte inexpugnable.
Estas celdas atestiguan la etapa en que el Castillo funcionó como prisión militar por ser considerado obsoleto desde el punto de vista defensivo. En ellas, se rinde tributo a patriotas y personalidades vinculadas con las guerras de independencia que estuvieron encarcelados en esta fortificación.
Aquí sufrieron prisión Dominga Moncada, Madre de Guillermón, y los mayores Generales Bartolomé Masó, Flor Crombet, Mayía Rodríguez y Pedro Agustín Pérez. De este último cuenta una leyenda que fue el único hombre que pudo escapar con vida de esta fortificación.
La misma que fue testigo de la batalla que dio fin al dominio colonial español en América.
Todos los atractivos de esta fortaleza se funden con naturalidad y vehemencia: el puente levadizo, los muros y cúpulas de piedra, el mar Caribe que bordea toda su estructura y el cañonazo justo cuando el Astro Rey se esconde en el horizonte, refuerzan el éxtasis compartido por sus visitantes.
Dicen que esta estructura de naturaleza escalonada, se hace cómplice ante los pensamientos de quienes acuden a su cobijo, lo convierten en el espacio ideal para un encuentro con la historia, pero también para los suspiros nostálgicos y las miradas perdidas.
No se debe entonces temer a esos muros corroídos por el tiempo, si se recuerda que siempre habrá génesis de mitos y leyendas en este edén que es el Castillo del Morro San Pedro de la Roca.
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