Por Israel Hernández Planas
Era el 27 de noviembre de 1956 cuando el cartero tocó
a la puerta de un joven maestro en Santiago de Cuba. En su domicilio de
San Fermín, número 358, Arturo Duque de Estrada firmaba el recibo de un
telegrama procedente de México, cuyo único texto rezaba “Obra Pedida
Agotada”. La ración en clave desataría en esta ciudad uno de los
momentos más trascendentales de su historia; el levantamiento armado del
30 de noviembre de 1956.
Duque de Estrada fue el encargado de
notificar esta buena nueva a Frank País, Jefe de Acción y Sabotaje del
Movimiento 26 de Julio. Se trataba de una codificación cuyo sentido
verdadero era anunciar la salida del yate Granma desde Tuxpan y su
travesía por el mar Caribe rumbo a las costas cubanas. Se puso en marcha
entonces un entramado plan para apoyar el desembarco de los 82
expedicionarios del Granma que venían a la lucha armada en Cuba contra
el régimen de turno liderado por el tirano Fulgencio Batista. Fueron
horas de gloria y de arrojo para los jóvenes que intentarían tomar la
estación de policía ubicada en la Loma del Intendente y la Policía
Marítima. Si bien es por esta acción que trascendió la persona de Duque
De Estrada la ficha revolucionaria del joven maestro es mucho más
abultada.
Nacido en la ciudad de Manzanillo el 19 de agosto de 1928 Duque de Estrada proviene del seno de una familia humilde. Radicado en Santiago de Cuba posteriormente creció al calor de esta ciudad que le acogió como un hijo más. Fue aquí donde le abrazó la lucha revolucionaria siendo muy allegado a Frank País quien vio en Duque una persona de extrema confianza y con quien tejió una entrañable amistad. El manzanillero formó parte del equipo que organizó el levantamiento armado de Santiago de Cuba del 30 de noviembre confeccionando los planos de las estaciones policiales objetivos de las acciones. Fue su casa enclave neurálgico de las acciones desde donde salieron los planes del alzamiento.
Luego del triunfo revolucionario del Primero de enero la impronta de Duque de Estrada quedó por su dedicación a la preservación del patrimonio citadino y su entrega al proceso socialista que emergía en Cuba.
Aunque del acervo histórico de las nuevas generaciones pudiera escapar este nombre tan conocido en la epopeya del 30 de noviembre la ciudad quedó marcada por el accionar de Arturo Duque de Estrada, desde su contribución en las horas más tensas y aciagas hasta el desarrollo social que vivió Santiago de Cuba luego del Primero de enero de 1959.
Nacido en la ciudad de Manzanillo el 19 de agosto de 1928 Duque de Estrada proviene del seno de una familia humilde. Radicado en Santiago de Cuba posteriormente creció al calor de esta ciudad que le acogió como un hijo más. Fue aquí donde le abrazó la lucha revolucionaria siendo muy allegado a Frank País quien vio en Duque una persona de extrema confianza y con quien tejió una entrañable amistad. El manzanillero formó parte del equipo que organizó el levantamiento armado de Santiago de Cuba del 30 de noviembre confeccionando los planos de las estaciones policiales objetivos de las acciones. Fue su casa enclave neurálgico de las acciones desde donde salieron los planes del alzamiento.
Luego del triunfo revolucionario del Primero de enero la impronta de Duque de Estrada quedó por su dedicación a la preservación del patrimonio citadino y su entrega al proceso socialista que emergía en Cuba.
Aunque del acervo histórico de las nuevas generaciones pudiera escapar este nombre tan conocido en la epopeya del 30 de noviembre la ciudad quedó marcada por el accionar de Arturo Duque de Estrada, desde su contribución en las horas más tensas y aciagas hasta el desarrollo social que vivió Santiago de Cuba luego del Primero de enero de 1959.
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