Por Claudia González Catalán
Santiago de Cuba, 8 sep.— Una docena de pequeños quioscos anuncian la avalancha de estampitas y lisonjas que recibe al peregrino cuando llega al poblado El Cobre.
Son expresiones de arte popular que tradicionalmente llevan de recuerdo visitantes de toda Cuba y el resto del mundo, según nos cuenta Lidia Dunet, más conocida por la Iyawo, una de estas vendedoras: “A diario vienen muchas personas no solo de Cuba, sino del mundo entero porque quieren conocer a la Patrona de Cuba. Hay personas que vienen buscando paz, armonía… Otros tienen problemas familiares o de salud y vienen a pedirle o vienen a agradecer el milagro que ya han visto”.
Inagotables motivos han convidado a recorrer los veinte kilómetros entre la ciudad de Santiago de Cuba y este poblado minero.
Cuentan que fue su profundo sentido de patriotismo lo que atrajo a la poetisa cubana Dulce María Loynaz hasta este sitio de devoción y recogimiento. Visita que resumiría en una carta fechada hacia 1942. Dulce María encontró un templo frío donde hubiera querido ver una ermita hecha con la piedra de la montaña, para que resplandeciera bajo el Sol.
Este templo, construido en 1927, conserva un número incalculable de sencillas ofrendas en agradecimiento a pequeños milagros cotidianos. Personalidades del arte y el deporte como Silvio Rodríguez, Ernest Hemingway, Orestes Kindelán y Ana Fidelia Quirot, también han dejado su huella aquí.
Entre discos, zapatillas y medallas olímpicas, el libro “La Virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de Cubanía”, nos remite a su autora, la Doctora Olga Portuondo. Seis ediciones y varias reimpresiones, recogen el sustento cultural de la veneración a esta deidad: “Hay una razón histórica en torno a esto. En las postrimerías del siglo XVI se produce en esta zona una explotación estatal del mineral que hace concurrir indios, africanos y españoles.
Así se populariza este culto, que originalmente se desarrollaba en las capillas de los hospitales hispanos.
“Hacia el final del siglo XVII los cobreros, con sus recursos comenzaron a construir un santuario en esta zona y ya en el siglo XVIII este culto se extiende a otras ciudades de Cuba, al tiempo que el Cobre se consolida como un sitio de veneración”.
Desde que apareció en la Bahía de Nipe hacia 1612, sus múltiples leyendas son testimonios de la integración cultural del indio, el africano y el español, hasta la formación del criollo.
Lo cierto es que este culto centenario ha extendido férreas raíces tanto en el imaginario popular, como en las luchas independentistas del pueblo cubano.
“El papado la reconoce como Patrona de Cuba, entre otras cosas, por la importancia que adquiere durante las luchas por la independencia porque era como una especie de símbolo del concepto de identidad nacional, al punto de que se asentó ese culto al centro de la religiosidad en la Isla, incluso antes de su declaración oficial por el Vaticano.”
Con sendas ofrendas preciosas de los últimos tres Papas, y el escudo de armas bordado en el manto, la Virgen de la Caridad del Cobre trasciende las fronteras de esta zona montañosa para abrazar a toda la Isla, como identidad de lo cubano, símbolo de la rebeldía intrínseca de este pueblo y expresión de la unidad espiritual de la nación.
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