Julius Fucik, un periodista de los todos tiempos
Por María Elena López Jiménez
Santiago de Cuba, 8 sep.— Un acto de fe y de consagración constituyen la vida y obra del periodista checo Julius Fucik, comunista y hombre dedicado al bien humano.
Solo 40 años de edad tenía cuando fue asesinado por el nazismo. En abril de 1942, en un allanamiento de rutina en la Praga invadida en la segunda guerra mundial, los alemanes capturaron a un grupo de conspiradores entre los que se encontraba el redactor del periódico comunista de la resistencia, Julius Fucik.
Lo condujeron a la cárcel Pankrac, de la Gestapo, espacio donde inició su obra póstuma: “Reportaje al pie de la horca”; empezó por aquella noche de captura y por la primera sesión de torturas. Hizo un contraste de la vida mientras un hombre, resistía las vejaciones criminales. El reportero sabía que creaba un hecho de entrega ilimitada al mundo que seguía su curso.
Además de los actos personales y las afrentas, testimonió el ambiente entre sus compañeros, la cotidianidad y los sentimientos de cada cualen su celda 267. Fortaleza y principios los acompañaron, demostrados en la recopilación publicada luego de terminada la contienda, escrita durante su estancia de 1942 a 1943 hasta la hora de su desaparición física.
Su historia no podía transcurrir de otra manera: nació en el seno de una familia obrera. Estudió filosofía en la Universidad de Pilsen. En 1921 ingresó en el Partido Comunista, etapa que se destacó como crítico literario y teatral; en años posteriores integró la redacción de las publicaciones comunistas Rude Pravo y Tvorba, en las que divulgó reportajes sobre temas sociales y culturales; viajó a la Unión Soviética donde vigorizó su militancia en pro de los humildes del mundo.
Cuando el ejército nazi ocupó Checoslovaquia, continuó reportando bajo seudónimo y en febrero de 1941 pasó a ser miembro del Comité Central del Partido Comunista en la clandestinidad, encargándose de las publicaciones ilegales. Luego de su detención, fue trasladado a Berlín en el verano del año siguiente, torturado, y ejecutado por decapitación.
Su Reportaje al pie de la horca fue sacado hoja por hoja de la cárcel y publicado en 1945, adquiriendo resonancia internacional; obra de todos los tiempos que sido traducida a más de 80 idiomas.
En homenaje a este adalid de la humanidad, el 8 de septiembre, fecha su muerte, se conmemora el Día Internacional del Periodista; no hay mayor certeza y ejemplo para los hombres y mujeres que continúan su oficio con justicia y en nombre de los pueblos.
No olvidemos como lo dijo en el comienzo de su libro: “… Alguien, un día — quizá nunca sepamos quién ni cuándo —llamó a este cuarto del Palacio Petschek— salón cinematográfico — . ¡Qué idea tan genial! Una sala espaciosa, seis largos bancos en filas apretadas, ocupados por los cuerpos inmóviles de los reos y frente a ellos la pared limpia como una pantalla de cinematógrafo. Ni las productoras de todo el mundo han podido rodar tantos filmes como los proyectados por los ojos de los reos sobre el muro, en espera de nuevo interrogatorio, de la tortura, de la muerte; películas de la madre, de la esposa, de los hijos, del hogar destruido, del porvenir destrozado; películas de camaradas valerosos y de la traición; películas del fuerte apretón de manos…”
Hoja por hoja se sacó el manuscrito un guardián checo y lo hizo de manera personal; le entregó a Fucik 167 tirillas de papel higiénico para que escribiera y él mismo se encargó de esconder aquel tesoro hasta el final de la guerra y entregarlo después a la viuda del hombre-patrimonio. Se nombraba Afolf Kolinsky.
Un libro que expresa el amor y la obligación por un ideal; del periodismo de vanguardia nítido, lleno de ternura y a la vez acusador; de un ser humano que no supo lo que fue rendirse ante las atrocidades de la vida, por eso, desde el año 1968 se celebra cada 8 de septiembre el Día Internacional del Periodista, instituido por la Organización Internacional de Periodistas (OIP) en homenaje al notorio intelectual.
Reportaje al pie de la horca sigue siendo un legado para el Universo y sobre todo una premonición que aún vive latente, según lo ratificó en su final “Ya no es una obra. Es la vida. Y en la vida no hay espectadores… Hombres: os he amado. ¡Estad alerta! Julius Fucík 9-6-1943”
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