Por Maria Antonia Medina Téllez
Santiago de Cuba, 3 sep.— El escritor cubano José Soler Puig (Santiago de Cuba, 10 de noviembre de 1916-La Habana, 30 de agosto de 1996) se inspiró en la ciudad de Santiago de Cuba para su primera novela Bertillón 166, y con una protagonista tan fuerte y tentadora mostró aspectos de la lucha clandestina contra la dictadura de Fulgencio Batista.
En múltiples ocasiones declaró que solamente escribía cuando se encontraba en su terruño, porque era asunto de disciplina y amor lo que le motivaba y sentía hacia esta urbe.
Desde la semblanza de un día de crímenes en Santiago y la reacción del pueblo en su novela primera, con la denuncia de la tiranía de Batista, pasó a “El pan dormido”, en el cual reflejó la vida de su familia de panaderos y la relación con la entonces pequeña burguesía.
“El Caserón” representó dos épocas y la situación imperante en cada una de estas, “Un mundo de cosas” se nutrió de una familia fabricante de ron en la era colonial y su devenir hasta 1970, mientras “El nudo” y “Ánima sola” se refirieron a distintas realidades de esta tierra.
Se consideró de estirpe santiaguera desde lo más profundo y, aunque trabajó en otros territorios como jornalero y hasta buscavidas, llegó un poco tarde a la narrativa, después de los 40 años, cuando no encontró obstáculos para retratar con palabras la energía y los personajes de esta heroica ciudad.
Soler Puig expresó magistralmente, en una ocasión, que no pretendía mostrar a Santiago ni hacer su historia, pero para escribir necesitaba su escenario, aquí nació, se crió y sabía de esta ciudad y de su gente.
Vivió en su hogar del reparto Sueño, y quienes lo conocieron comprendieron que cada gesto o frase fue enseñanza, muchos de sus personajes correspondieron a sus propias contradicciones y preguntas sobre el devenir humano.
Del peregrinar cubano está repleta su obra y de la cotidianidad citadina santiaguera emanaron sus protagonistas, enraizados en cada época que revivió con su pluma.
Cuba y la narrativa agradecen su amor y dedicación durante su incansable vida de escritor, y Santiago de Cuba le ofrece sus más altos sentimientos de gratitud.
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