Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 9 may.— Hoy 9 de mayo los cubanos conmemoramos el aniversario 98 del natalicio de Celia Sánchez Manduley, esa extraordinaria mujer llamada con toda justeza la más autóctona flor de la Revolución.
Y aunque Celia no tuvo la oportunidad de ser una madre biológica, si lo fue sentimentalmente para decena de miles de jóvenes, adolescentes, niñas y niños cubanos a quienes amó con la ternura que solo una madre puede hacerlo y a ellos y a su felicidad dedicó una buena parte de su existencia.
Cuando todavía nadie imaginaba que Celia llegaría a ser una legendario heroína revolucionaria ya ella era querida por los niños pobres de su natal Media Luna y del poblado de Pilón en la región de Manzanillo, a los cuales regalaba juguetes el Día de Reyes y repartía útiles escolares para que no faltaran a las escuelas.
Después, en medio de los combates de la Sierra Maestra, Celia se preocupaba por el bienestar de la niñez en la zona donde operaban las tropas del Ejército Rebelde y, sobre toso, porque no les faltara un maestro y un aula donde aprender, pues lo consideraba parte importante del futuro de una patria libre.
Después del triunfo de la Revolución el Primero de Enero de 1959 Celia Sánchez se preocupó al máximo por los niños que habían quedado huérfanos durante la guerra y a todos les procuró un porvenir útil. Asimismo creó en la capital cubana la Escuela de Corte y Costura, Ana Betancourt, por donde pasaron miles de niñas de las montañas y las zonas rurales para que aprendieran un oficio útil a la sociedad.
De igual forma, Celia estuvo al tanto con la Federación de Mujeres Cubanas para la creación de los Círculos Infantiles para las madres trabajadoras y de la creación de los Hogares sin Amparo Filial, a muchos de los cuales llegó a vivir a su hogar y les proporcionó el calor materno que les faltaba.
En cualquier obra hermosa que desarrolló la Revolución para los niños estuvo presente la mano bondadosa y maternal de Celia porque ella, al igual que José Martí, consideraba quenada era más importante que un niño y que en la infancia estaba la esperanza del mundo.
Hoy en el aniversario 98 del natalicio de Celia Sánchez Manduley, junto a esa flor hermosa que los cubanos ofrecemos a nuestras progenitoras, estará también el recuerdo de esta revolucionaria ejemplar que fue como una madre cariñosa y tierna para generaciones de hombres y mujeres que tuvieron en ella una madre excepcional.
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