Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 11 feb.— Cuando el 11 de febrero de 1959 el Gobierno Revolucionario ordenaba la retirada de la misión militar norteamericana radicada en la Isla, y que había apoyado moral y materialmente la dictadura de Fulgencio Batista, se ponía fin a 61 años de injerencia estadounidense en Cuba, iniciada con la intervención militar yanqui de 1898.
Ya en la noche del 8 de enero tras su llegada a La Habana, el Comandante en Jefe Fidel Castro se había referido al apoyo brindado por Estados Unidos a Batista y en ese sentido destacó: “Esa misión ha estado entrenando a los soldados que han estado combatiendo contra nosotros durante dos años y además, ¿para qué ha servido la misión militar? ¿Para qué los soldados pierdan la guerra?
Al constituirse la República en 1902 después de dos años de la presencia militar yanqui en la Isla, Estados Unidos se aseguró de mantener la misma mediante uno de los artículos de la Enmienda Platt, agregada a la Constitución Cubana, donde el imperio se arrogaba el derecho de intervenir en el país caribeño siempre y cuando lo considerase necesario si sus intereses se veían en peligro, tal y como lo hizo en 1906.
Tras la supuesta abolición de la Enmienda Platt a mediados de la década del 30 del pasado siglo, la presencia yanqui en la isla se aseguró mediante una serie de tratados de los cuales Cuba formaba parte como la Junta Interamericana de Defensa, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, la Organización de Estados Americanos, OEA, y el convenio de ayuda militar firmado por el presidente Carlos Prío Socarrás dos días antes de que Batista lo sacara del poder, mediante el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952.
Por supuesto, que el dictador ratificó ese convenio bilateral y como hombre fuerte de Washington en la isla, recibió toda la colaboración militar necesaria de Estados Unidos, y en 1956 le ofreció un programa de asistencia militar de más de 6 MILLONES de dólares para enfrentar el movimiento revolucionario, que ya tomaba fuerza en el país y más a partir de la expedición del Yate Granma.
Ningún tratado ni convenio en materia militar pudo frenar la Revolución, ni su Ejército Rebelde que tras dos años de lucha en las montañas derrocó al ejército de la dictadura y sus modernos medios suministrados por Estados Unidos, y no sólo eso, sino que también puso fin a la misión militar norteamericana y ordenó su retirada para siempre de la isla el 11 de febrero de 1959, hace hoy 59 años.
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