Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 19 feb.— Desde el 19 de febrero de 1963, hace hoy 50 años, a los cubanos nos falta la presencia física de Benny Moré, de esa voz milagrosa, potente e inimitable que marcó un hito en la historia musical de Cuba, mucho más allá de nuestras fronteras, por lo que se convirtió sin dudas de ningún tipo, en un genio de la popularidad, recordado hoy como ayer en su extensa magnitud y como en una figura paradigmática sin contradicciones entre las nuevas generaciones de músicos de la isla.
Artífice de una leyenda cargada de sensibilidad y ritmo, el Benny, aún provoca la emoción de quienes escuchan sus interpretaciones del son, la guaracha, el mambo, el bolero o cualquier otro género musical, porque su timbre inigualable y dúctil de amplio registro le permitía jugar con ellos.
La historia de Maximiliano Moré Gutiérrez, es bien conocida desde que con ese nombre y siendo todavía un adolescente, su voz se escuchaba en su natal Santa Isabel de Las Lajas hasta que regresó de Méjico convertido ya en el gran Benny, para ser llamado en su patria el Bárbaro del Ritmo, amado por multitudes.
A pesar de ser un ídolo en Cuba, en gran parte de la América Latina y en otras latitudes del mundo, el Benny nunca quiso abandonar su patria, no obstante las sumas millonarias que le ofrecieron, y eso lo hizo más grande en el corazón de su pueblo, lo que consideraba su mayor riqueza.
Y la patria donde nació lo vio morir prematuramente el 19 de febrero de 1963 cuando todavía podía haberle dado mucho más a la música cubana. Pero físicamente no hay hombres inmortales y el Benny se nos fue en esa lúgubre fecha. Más su presencia espiritual sigue en el recuerdo de generaciones de cubanos porque como dice una de sus canciones, “Hoy como ayer” el bárbaro del ritmo siempre estará entre nosotros y siempre será parte de la alegría de su pueblo que nunca lo olvida.
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