Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 17 ene.— Cuando el 17 de enero de 1957, el Ejército Rebelde atacaba y tomaba el cuartel de la dictadura ubicado próximo a la desembocadura del río La Plata, en la costa sur oriental, se lograban dos importantes victorias: en primer lugar, la militar, y en segundo lugar, la de carácter moral, porque con ella el régimen tuvo que aceptar la existencia de la guerrilla, que según el propio tirano Fulgencio Batista ya había sido liquidada y muerto su líder Fidel Castro.
El cuartelito de río La Plata era una instalación pequeña de madera y techo de zinc, con una guarnición de apenas 13 soldados bien entrenados y armados, mientras que los atacantes recién iniciaban la lucha no pasaban de 30 y sólo 22 pudieron combatir entre ellos 18 expedicionarios del Granma, porque eran los únicos que poseían armas.
Sin embargo, y a pesar de la resistencia de los soldados, el combate iniciado a las 2 y 30 de la madrugada se prolongó por 40 minutos, tras los cuales la guarnición se rindió con un saldo de dos muertos, cinco heridos graves, tres fallecieron después, y dos prisioneros. En tanto otros dos y el jefe del cuartel lograron huir. Por parte del Ejército Rebelde no hubo muertos ni heridos.
Como resultado de la acción los insurgentes capturaron una 10 armas, miles de proyectiles y numerosos avituallamientos de guerra, que sirvieron para fortalecer la capacidad combativa de los revolucionarios y aumentar el núcleo inicial del Ejército Rebelde con campesinos de la Sierra Maestra que se incorporaron.
Después de atender a los heridos, suminístrales los medicamentos necesarios y explicarle a los soldados los objetivos de la lucha iniciada por los revolucionarios, los prisioneros fueron puestos en libertad y las instalaciones del cuartel de río La Plata incendiadas.
Sobre las 4 y 30 de la madrugada los rebeldes abandonaron la zona para internarse en el firme de la Sierra Maestra próximo al Pico Turquino, dejando atrás los ecos de la primera victoria y las ruinas humeantes del cuartel, lo que motivó a Raúl Castro a anotar en su diario: “Algún día no lejano sobre esas cenizas levantaremos escuelas”
Señala el periodista Armando Fernández Martí, que hoy 61 años después río La Plata es una floreciente comunicada rural de la provincia Santiago de Cuba donde la Revolución construyó numerosas viviendas y obras sociales, entre ellas, cuatro escuelas dotadas de los más modernos medios para la educación, donde estudian y se forman cientos de niños campesinos.
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